Rusia y la Iglesia Universal

Siendo huésped suyo en Zagreb, Soloviev elaboró un memorándum en francés en el cual explicaba cómo podría llevarse a cabo concretamente la unión entre Rusia y Roma.

[7]​[10]​ Considerando tales circunstancias, decidió abreviar el proyecto original y dirigirlo a un público más extenso.

[11]​ En primera instancia, Soloviev pensaba titular el libro Philosophie de l’histoire universelle, pero luego de diversas consultas que constan en su epistolario resolvió llamarlo La Russie et l'Eglise Universelle, como actualmente se lo conoce.

En su estudio "Sobre Rusia y la Iglesia Universal", publicado en 1946, entre otros aciertos en el campo especulativo, Osvaldo Lira destaca dos aportaciones principales del texto de Soloviev: la primera "es haber tomado en serio el misterio de la Santísima Trinidad", no solo en cuanto al estudio teológico propuesto, sino más que nada en su aplicación a la vida ordinaria y al orden social.

[14]​ Osvaldo Lira reconoce en Soloviev "su vida inmaculada, su virtud heroica, su pasión por la unidad del cuerpo místico de Cristo", y aclara que "es en el orden histórico, y sólo en él, donde es posible dirigirle reproches, porque sus previsiones acerca del porvenir de su patria han resultado enteramente fallidas".

[15]​ Para Lira, "Rusia y la Iglesia Universal deja en último término cierta penosa impresión: la de una síntesis doctrinal magnífica que aún permanece esperando adecuada aplicación".

[18]​ Por su parte, Alfredo Sáenz se refiere al rol histórico y político que Soloviev confiere al Imperio ruso, sin avanzar en proyecciones sobre el futuro político de Rusia y sin aludir a circunstancias históricas del siglo XX: "Al hablar de unión [Soloviev] no entendía sacrificar ni la grandeza del Imperio ruso, ni su soberanía nacional, ni la autoridad del Zar, ni la belleza y majestad de la liturgia eslava, tantas veces encomiada por los Papas.

A sus ojos, la unión con Roma era ante todo un deber, pero también la consideraba como algo beneficioso para Rusia.

La universalidad que adquiriría la Iglesia Ortodoxa de Oriente, su independencia religiosa respecto del poder político, acrecentaría la importancia de los pueblos eslavos y del Imperio ruso mismo, con su Zar a la cabeza, ahora ortodoxo y católico".

[20]​ Asimismo, años antes Soloviev expresaba en una correspondencia con Aleksandr Kiréev: "Esta Iglesia visible cuya unidad es indisoluble, ¿no existiría al mismo tiempo en los católicos y en nosotros?

La separación no sería sino aparente; la realidad profunda sería la permanencia de la unidad"; y añadía que la historia y la patrología le probaban que no había [en los católicos] "ninguna novedad dogmática ni ninguna herejía en infallibilitas, inmaculata conceptio, filioque".

Esta leyenda muestra a san Nicolás más activo en el servicio al prójimo, aunque su dedicación implicara que su clámide se enlodara al auxiliar a un necesitado, mientras que san Casiano priorizaba la impecabilidad de su vestimenta.

El Oriente, señala [Soloviev], exalta la contemplación, y ello es bueno; sin embargo, bajo color de contemplación, fácilmente se adormece en una pasividad perezosa y muelle, cubriendo así con esa excusa su indiferencia hacia el prójimo.

Prácticamente católico desde que escribió Rusia y la Iglesia Universal, apología del Papado, uno de sus mejores libros”.

Su trabajo constituye una contribución al ecumenismo, con postulados fundamentados desde la historia de la Iglesia, la filosofía y la teología.

Madrid, Ediciones y Publicaciones Españolas, 1946 [Traducción Instituto Santo Tomás de Aquino, Córdoba, Argentina]: [2]

Portada de Rusia y la Iglesia Universal , París, 1889.