En esta obra, Soloviov examina el sentido del amor considerando su influencia en la esfera individual, social y universal.
En relación con el amor, examina el egoísmo: “La principal mentira y el mal del egoísmo no están en la autoconciencia absoluta y en la autovaloración del sujeto, sino en que, al atribuirse a sí mismo justamente una importancia incondicional, priva injustamente a los demás de esa importancia; al reconocerse a sí mismo como centro de la vida, tal y como es en efecto, traslada a los demás a la periferia de su existencia, les otorga solo un valor externo y relativo” ([1]).
En este sentido, “la verdad, como fuerza viva que se apodera del ser interior del hombre y que lo saca realmente de su falsa autoafirmación, se llama amor” ([2]).
El autor sostiene que además de la naturaleza y de la ley social moral, en la vida del hombre hay también un tercer principio, superior: el espiritual, místico o divino.
Dentro de los estudios filosóficos, esta obra fue valorada como aporte a la indagación sobre el amor.