La Sirenita vive en un reino acuático con su padre, el rey del mar, su abuela paterna y sus cinco hermanas mayores, cada una nacida con un año de diferencia.
Cuando una sirena cumple 15 años, se le permite subir a mirar el mundo de la superficie.
Luego lo lleva a la orilla de un país vecino y lo acerca, aún inconsciente, a los jardines de un templo; lo acompaña hasta que una joven y sus compañeras se acercan.
En cambio, la bruja le advierte que una vez que se convierta en humana, nunca podrá volver al mar, beber la pócima le hará sentir como si una espada la está atravesando pero cuando se recuperara ella tendría dos hermosas piernas y será capaz de bailar como ningún ser humano lo ha logrado jamás.
De lo contrario, al amanecer del día siguiente que él se case con otra mujer, la Sirenita morirá con el corazón roto y se convertirá en espuma de mar.
Resulta que la princesa es esa joven del templo, quien había sido enviada por su padre el rey a ser educada allí, junto con sus dos hermanas menores.
Si la Sirenita asesina al príncipe con la daga y deja correr su sangre por sus pies, volverá a ser una sirena, todo su sufrimiento terminará y podrá vivir su vida de sirena bajo el mar, con sus 300 años de vida.
El sol sale por el horizonte y finalmente su cuerpo se convierte en espuma de mar; el príncipe al observar las burbujas se da cuenta de que ella siempre había sido su verdadera salvadora del naufragio, pero ya es tarde, porque en vez de dejar de existir, en recompensa por sus buenos actos, ella siente el calor y la luz del sol porque se ha convertido en un espíritu etéreo, una hija del aire.
Las demás hijas del aire, montadas en caballos alados blancos, le dan la bienvenida y le explican que se volvió una de ellas porque intentó con toda sus fuerzas obtener un alma eterna.
Entonces, un día, ella llegaría a tener un alma inmortal que viviría eternamente en la gloria del cielo.
Más bien, una elección consciente por la ambigüedad surgió del escepticismo de Andersen hacia los símbolos físicos y religiosos idealizados.
[4] Sin embargo, otros críticos, incluidos Søren Baggesen y James Massengale, han argumentado que el final no está añadido, sino que es una parte natural de la estructura de la historia como narrativa religiosa.
Esto se demuestra en algunas versiones de la historia cuando el príncipe hace que le hagan un disfraz de paje para que pueda montar a caballo y explorar la tierra con él.
[11] En su análisis, Virginia Borges concluye que la historia contiene un mensaje sobre el amor y el sacrificio, y los peligros de aceptar abusos o tratos desconsiderados en nombre del amor.
[12] Susan White interpreta la historia como el difícil paso liminal de la niña al orden del habla y el simbolismo social (poder, política y agencia) que se entiende simbólicamente como masculino.
[13] Rictor Norton, en My Dear Boy: Gay Love Letters through the Centuries, teoriza que La Sirenita fue escrita como una carta de amor por Hans Christian Andersen a Edvard Collin.
[14] Esto se basa en una carta que Andersen le escribió a Collin, al enterarse del compromiso de Collin con una mujer joven, casi al mismo tiempo que se escribió La Sirenita.
La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben seguir siendo un misterio».
[17] Este largometraje ruso de 1976 fue dirigido por Vladimir Bychkov y protagonizado por Viktoriya Novikova como la sirena.
Su sacrificio salva a la sirena de la muerte y su alma se vuelve eterna.
Marina queda perdidamente enamorada del apuesto príncipe y decide entonces enfrentar cualquier peligro con tal de poder convertirse en una chica humana.
[21] Creyendo que la historia proporcionaría una "base ideal" para una película animada y deseando crear una película que tuviera lugar bajo el agua,[20] Clements escribió y presentó un tratamiento de dos páginas del largometraje al director ejecutivo de Disney, Jeffrey Katzenberg, quien aprobó la idea para un posible desarrollo al día siguiente.
[22] En 1958, NBC comenzó a transmitir un nuevo programa de televisión titulado Shirley Temple's Storybook, una serie de antología infantil estadounidense que fue presentada y narrada por la actriz Shirley Temple.
A diferencia de la historia original, la sirena no renuncia a su voz para convertirse en humana, pero aun así no logra conquistar el corazón del príncipe cuando éste se enamora de la princesa que lo encontró.