Sospechas de la identidad de Jack el Destripador

Estos especialistas exhumaron las antiguas notas del memorándum Macnaghten en donde se mencionaba a este suicida como un sospechoso de primera categoría.

Se supo que el indagado había sido sometido ya a una prolongada internación en un hospicio debido a padecer severos trastornos psíquicos y, luego de una nueva revisión médica donde se constató su total desquicio, la justicia ordenó su encierro por causa de enajenación mental.

Aunque es cierto que residió en una zona cercana a dónde se consumaron los asesinatos, su instinto homicida recién se habría despertado años más tarde y, sobre todo, el modus operandi de un envenenador muy remota relación guarda con las sangrientas carnicerías perpetradas por Jack the Ripper.

Durante el tiempo que permaneció recluido, había sido diagnosticado como "enfermo crónico inofensivo, de vez en cuando molesto, pero no violento, que se recluye cada vez más en su propio mundo hasta el punto de no saber su edad o cuanto tiempo ha estado interno".

No se sabe a ciencia cierta porqué figura entre la lista de los sospechosos del Destripador, pues no hay indicios de que haya asaltado a ninguna mujer, y con sesenta años que debía tener en 1888, parecen demasiados para encajar en las descripciones del asesino.

Esa misiva informaba que el sospechoso preferido estaba mencionado en un expediente secreto de la Policía Metropolitana, donde se lo designaba como “Dr.

Sin dudas, se hacía allí referencia al aludido Francis Tumblety, al cual se lo consideraba un sujeto afectado por una grave psicopatía sexual (eufemismo para referirse a la homosexualidad en aquel entonces) y cuyos sentimientos hacia las mujeres eran en extremo amargos pues trasuntaban un odio patológico.

Scotland Yard envió para capturar al prófugo a uno de sus más destacados investigadores, el inspector Walter Simon Andrews.

Este detective iba secundado por otros dos inspectores y gozó del apoyo logístico de la policía estadounidense.

No pudieron capturar al prófugo, y este concluyó sus días falleciendo en Saint Louis, Misuri, en el año 1903.

Al menos así lo sostiene la hipótesis que le asigna a este hombre la identidad del anónimo Jack the Ripper.

Tras desmayar a su víctima, Bury le asestó feroces puñaladas en la región abdominal y genital causándole el deceso.

Otros datos más objetivos incriminan al sujeto, pues los médicos forenses creyeron percibir marcadas analogías entre las heridas mortales de su esposa y las patéticas incisiones ventrales infligidas a las víctimas del Ripper.

Mostró graves problemas de conducta ya en su primer trabajo, del cual a los pocos días lo expulsaron.

Joseph murió dos años después de los crímenes cometidos por el asesino, que casualmente ocurrieron en zonas muy cercanas del hospital donde vivía internado.

Sin embargo, Joseph apenas podía caminar, además nunca se encontró ninguna prueba de que él fuera culpable.

La antedicha constituye, muy resumidamente, la teoría (actualmente dividida la opinión) en que identifica al príncipe Alberto Víctor con Jack el Destripador.

Su cochero, John Charles Netley, lo conduciría en su carruaje privado secundándolo en las tropelías, y un tercer participante (en apariencia el pintor Walter Richard Sickert) también lo pudo haber ayudado.

Tal representa, en síntesis, la hipótesis donde se implica al Dr. William Whitey Gull en los crímenes del “otoño de terror”.

Hiron, aportando pormenores sobre las actitudes anormales de su exempleado, contribuyen a que se le conmute la fatídica sentencia.

En ese lapso final escribió unas memorias que el investigador policial Ed Norris afirmó, en un programa de Discovery Channel, haber leído.

En esas notas, aunque Kelly no confiesa abiertamente haber sido Jack el Destripador, trasunta un enfermizo odio hacia las prostitutas.

[29]​ James Maybrick era un comerciante de algodón que comenzó su negocio en Londres, viajó a los Estados Unidos para abrir una oficina en Virginia y volvió varios años más tarde.

Otras obras pictóricas que hoy día se exponen en la Galería Tate también serían reflejo de las matanzas victorianas.

No obstante la anterior puntualización y a efectos ilustrativos, vale aportar seguidamente una apretada reseña sobre tales sospechosos secundarios.

[40]​ David Cohen podría haber sido el interno del hospital de Whitechapel, Nathan Kaminsky, considerado muy violento y peligroso.

Fue un obrero que testificó haberla visto, horas previas a su muerte, en compañía de un sujeto extrañamente bien vestido para la pobreza imperante en Whitechapel.

Según esta interpretación, el ya desequilibrado escritor, dejó allí pistas anticipando los crímenes que planeaba cometer.

Stephen Herbert Appleford y Frederick Gordon Brown, estuvieron involucrados en los crímenes del otoño de terror.

[55]​ El motivo esgrimido para esta acusación, fue que Francis Thomson habría sufrido de un grave desquicio psíquico impelido por su religiosidad enfermiza y su misoginia extrema.

Portada de la revista Puck del 21 de septiembre de 1889, donde se alude a los asesinos no identificados de Whitechapel ; caricatura de un hombre con un cuchillo ensangrentado, mirando con desprecio un afiche con media docena de sospechosos.
Montague John Druitt.
George Chapman.
Ilustración de George Chapman en un viejo periódico.
Michael Ostrog.
John Pizer.
Francis Tumblety.
William Henry Bury.
Frederick Bailey Deeming.
Príncipe Alberto Víctor,
duque de Clarence y Avondale.
William Withey Gull.
Foto y firma de Sir William Withey Gull ( circa 1860).
James Kelly.
Walter Richard Sickert.
Walter Sickert en 1884.
Frederick Abberline, ilustración periódico 1888.
Joseph Barnett.
Thomas Neill Cream.
James Kenneth Stephen.
Retrato de Lewis Carroll (seudónimo de Charles Dogson), extraído de THE LIFE AND LETTERS OF LEWIS CARROL de Stuart Dogson.
Francis Thompson a los 19 años de edad.