[3] Finalmente, las XII y VIII legiones cumplieron con las órdenes antes dadas,[2] reforzando el avance cesariano junto a numerosos auxiliares.[1] Sin embargo, no todos los opositores a César respondieron con igual resignación la decisión de su comandante.Había sido nombrado nuevo gobernador de la Galia Transalpina y estaba decidido a resistir.[13] Debe tenerse en cuenta que, según historiadores modernos, prácticamente nunca trazó un plan estratégico en sus campañas.Su confianza en sí mismo lo convencía de que todo problema se solucionaba con su intervención personal.[1] Su forma de hacer la guerra se basaba en su lema: celeritas et improvisum, «velocidad y sorpresa».[17] Anteriormente, el ejército estaba formado por pequeños propietarios campesinos lo suficientemente prósperos como para costearse sus propias armas y armaduras.[18] A medida que se reducía el número de ciudadanos capaces de pagar su propio armamento y crecían las necesidades militares de la República y los vagos, Mario consideró necesario reclutar a los que no podían costearse su equipamiento personal, los capite censi, pero estos resultaron ser leales solamente al general que les pagaba y no a la República.[16] Roma dejaba de tener un ejército nacional, en cambio, nacían las milicias privadas leales a los ricos que podían pagarlas, organizarlas y acaudillarlas, las autoridades republicanas perdían el control efectivo sobre ellos para imponer la ley y se limitaban a legitimar su autoridad.
Movimientos de César y Pompeyo entre el Rubicón y Corfinio.
Movimientos desde la capitulación de Corfinio hasta Brindisi.