Después de ocupar la península itálica, Cayo Julio César decidió trasladarse a Hispania mientras que envió a su lugarteniente, Cayo Antonio, a defender la provincia de Iliria, de la que era procónsul (gobernador).
[1] Marchó con unas 15 cohortes pero durante el camino fue acosado constantemente por las tribus locales y la flota pompeyana.
[2] La flota cesariana no pudo protegerlo, porque los almirantes enemigos Marco Octavio y Lucio Escribonio Libón se hicieron con el mar Adriático, expulsando a las naves cesarianas fuera de las costas de Dalmacia,[3] y capturando a 40 de estas con su comandante, Publio Cornelio Dolabela,[2] en algún punto frente a las playas ilirias.
[6] Finalmente, agotados por el hambre, Antonio y sus soldados se rindieron.
[8] Como señala Suetonio, César no sufrió ningún desastre durante toda la guerra civil excepto los de sus subordinados: Antonio y Dolabela en Iliria, Curión en África y Calvino en Asia.