Sensibilidad química múltiple

La sensibilidad química múltiple (SQM), también conocida como intolerancia ambiental idiopática (IEI), es un diagnóstico controvertido y no reconocido que se caracteriza por síntomas crónicos atribuidos a la exposición a niveles bajos de sustancias químicas de uso común.[3]​ Actualmente, no existen estudios concluyentes que atribuyan el origen de la SQM a factores genéticos, ni tampoco se dispone de pruebas concluyentes que sitúen su origen en factores psicológicos y/o psiquiátricos.Estos últimos pueden estar presentes o no y ser muy diversos, tales como eritema, ronquera, taquicardias, arritmia, descoordinación motora, trastornos del habla, etc.[3]​ Los desencadenantes más comunes son los perfumes, los productos de limpieza, el gluten, el maíz, la caseína, la soja y el glutamato monosódico.[5]​ Austria y Alemania han incluido el término sensibilidad química múltiple en su Índice Alfabético; sin embargo, el código de la CIE-10 sigue siendo el T78.4 “alergia no especificada”.[6]​[7]​ El trastorno posteriormente denominado Sensibilidad Química Múltiple fue propuesto originalmente como una enfermedad distinguible por un médico controvertido llamado Theron G. Randolph en 1950 , que había sido expulsado de la Escuela Médica de la Northwestern University por sus cuestionables enseñanzas.[8]​ Randolph describió la dolencia como un desorden crónico multisistémico, caracterizado por síntomas muy diversos, supuestamente causados por una reacción del organismo a sustancias presentes en el medio ambiente y los alimentos.[9]​ Las teorías de Randolph fueron desechadas por los especialistas en alergología y son criticadas como sinsentidos por los especialistas en toxicología, debido a su rechazo a la importancia de los anticuerpos IgE en alergias reales, lo cual entra en conflicto con los conocimientos actuales.[10]​ En 1965 Randolph fundó la Sociedad de Ecología Clínica como organización para promover sus ideas sobre los síntomas que presentaban sus pacientes.A partir de esta organización emergió la ecología clínica, una especialidad médica no reconocida[11]​ cuyos practicantes han sido criticados por hacer creer a pacientes mentalmente enfermos y sugestionables que son químicamente sensibles.En las conclusiones se establece como definición de trabajo que la IAI se caracteriza por ser un trastorno adquirido con múltiples síntomas recurrentes, asociado a diversos factores ambientales y no causado por trastorno médico o psiquiátrico conocido.Estos criterios eran: se trata de una condición crónica, los síntomas son reproducibles, en respuesta a una exposición baja, se relaciona con multitud de sustancias químicas, los síntomas mejoran cuando cesa la exposición, afecta a múltiples órganos y sistemas.[16]​[20]​ Los factores desencadenantes que provocan el desarrollo de los síntomas pueden variar considerablemente entre cada paciente.No obstante, se ha demostrado que los más comunes son el gluten, el maíz, la caseína, la soja, el glutamato monosódico, los perfumes y los productos de limpieza.El número de diversos estímulos desencadenantes en un individuo suele ser proporcional a la carga corporal de sustancias tóxicas que presenta: las personas con una elevada carga total subyacente siempre reaccionan a múltiples desencadenantes.En muchos estudios no se garantizaba un adecuado cegamiento, debido a la no utilización de sustancias adecuadas para enmascarar las provocaciones, por lo que los participantes podrían haber sido capaces de reconocer a lo que estaban expuestos.Por ejemplo, en algunos estudios se utilizó como placebo agua o aire limpios, que son relativamente inodoros e incoloros, mientras que el agente activo incluido eran sustancias típicamente nocivas con olor penetrante, tales como productos químicos orgánicos volátiles, formaldehído o humo de tabaco.[24]​ Para enmascarar los placebos sin utilizar sustancias olorosas, otros investigadores hicieron que los participantes usaran mascarillas o pinzas.Después de la exposición con productos químicos, los participantes experimentaron alguna reacción significativa, incluyendo disnea, alteraciones en la piel e irritación.Este hecho se ha observado en pacientes con SQM que han estado expuestos a plaguicidas, ya sea de forma accidental o por exposiciones continuadas incluso a bajas dosis, con aparición de sintomatología ante una nueva exposición.[3]​ Algunos estudios postulan que en el desarrollo de la SQM están implicadas ciertas regiones anatómicas concretas.[3]​ Otro estudio en esta misma línea concluye que la percepción olfativa a distintos olores fue más elevada entre pacientes con SQM.Los potenciales evocados auditivos, olfatorios y sensitivos a químicos estaban alterados en los casos de SQM.El autor también señala la posibilidad de un mecanismo compartido con la fibromialgia, puesto que los peroxinitritos son altamente oxidantes y están distribuidos en todos los tejidos.Asimismo, tienen especial interés la hipersensibilidad olfativa, la diátesis alérgica y la intolerancia a alimentos o al alcohol.[3]​ Algunos ejemplos de pruebas que podrían estar indicadas son: analítica de la función tiroidea, cortisol basal, factor reumatoide (FR), anticuerpos antinucleares (ANA), 25-hidroxi vitamina D (25 OH-D), parathormona inmunorreactiva (PTHi), prolactina, ferritina, vitamina B12 o ácido fólico.Las estrategias incluyen intentar evitar la exposición a los agentes desencadenantes y complementar con tratamientos basados en cambios en la dieta o administración de suplementos nutricionales.