Cuando este es maduro presenta una estructura de homodímero antiparalelo que se une al receptor del interferón-γ (IFNGR).
Por lo tanto, ayuda a luchar contra algunas bacterias y, además, inhibe la replicación de virus.
Las citoquinas que regulan un control positivo sobre la producción de este homodímero son IL-12 y IL-18.
Estas ayudan a que haya una conexión entre la inmunidad innata y la infección.
Una vez el macrófago reconoce el patógeno, este causa la secreción de IL-12 y otras quimioquinas.
No obstante, INF-γ está implicado en diversas funciones dentro del sistema inmune.
Igualmente, lleva a cabo la transcripción de 30 genes que están relacionados con respuestas celulares y fisiológicas.
Aunque este interferón sea indispensable para la respuesta inmunitaria, su producción también puede provocar enfermedades autoinmunes.
Las ranas parecen codificar dos genes distintos de IFN-γR2 cuyos dominios intracelulares difieren significativamente.