Las enfermedades crónicas no se distribuyen al azar sino que se ven más frecuentemente en determinadas personas, familias y comunidades,[2] como consecuencia de diversos factores ambientales que interactúan con un perfil genético vulnerable.Cuando a una enfermedad se le pone el adjetivo crónica, se suele tratar de una enfermedad no curable salvo raras excepciones (por ejemplo la insuficiencia renal crónica es curable con el trasplante renal, algunos tipos de asma —sobre todo en la infancia— acaban curando, las hepatitis crónicas de origen vírico pueden curar con tratamiento antiviral).Las enfermedades crónicas graves tienen por causa factores de riesgo comunes y modificables.Entre ellos destacan: Cada año, como mínimo: Según la OMS, las enfermedades crónicas representan el mayor desafío de los sistemas sanitarios modernos.[6] Los dos factores más potentes que producen aumento de la permeabilidad intestinal son ciertas bacterias intestinales y la gliadina[6] (proteína que forma parte del gluten), independientemente de la predisposición genética, es decir, tanto en celíacos como en no celíacos.[7][8] Otras posibles causas son la prematuridad y la exposición a radiación, quimioterapia o ciertas toxinas.ej., atopia en niños, dismenorrea en adolescentes, tabaquismo en jóvenes, desempleo de larga duración en adultos jóvenes, síntomas médicamente inexplicables en adultos maduros, y bocas sépticas y ruinosas en ancianos).Sin embargo, es sabido que todas las personas pueden envejecer de forma positiva.Muchos países están promocionando iniciativas que mejoren el tratamiento y la gestión integral de estas enfermedades.