Guerras de independencia de Escocia

No obstante, Escocia distaba mucho de estar definitivamente conquistada por los ingleses.

William Wallace fue sucedido como Guardián de Escocia por Robert Bruce y John Comyn, al igual que William Lamberton, obispo de Saint Andrews, nombrado en 1299 para mantener el equilibrio entre ambos.

El acuerdo roto contenía en sus estipulaciones que uno de los dos pretendientes renunciaría al Trono aunque obtendría a cambio tierras y propiedades, a la vez que apoyaba al otro pretendiente.

Robert Bruce reunió entonces a los prelados escoceses y a los nobles que lo seguían apoyando y se coronó como Rey de los escoceses en la abadía de Scone, dando inicio en forma inmediata a una nueva campaña militar para intentar liberar su nuevo reino de las tropas inglesas que lo ocupaban.

Mientras se ocultaba en el fondo de una cueva y meditaba en la posibilidad de abandonar la lucha, Bruce, según afirma la leyenda, parece ser que vio cómo una minúscula araña intentaba tejer una telaraña en un hueco demasiado grande para ella.

Dos declaraciones similares fueron enviados igualmente por el clero y por Roberto I de Escocia.

No obstante, Eduardo III, aunque hubiese firmado el Tratado de Edimburgo-Northampton, estaba determinado a lavar la humillación que entendía que los escoceses le habían hecho sufrir.

Estos «desheredados» deseaban recuperar sus posesiones y, finalmente, serán ellos quienes rompan la paz.

El rey inglés negó a su homónimo escocés, Eduardo de Balliol, el permiso para efectuar la invasión de Escocia a través del río Tweed, que marcaba la frontera entre Inglaterra y Escocia; en caso de que los invasores hubiesen atravesado la frontera inglesa hubiese sido excesivamente visible que se había roto el tratado entre ambos países.

Eduardo III aceptó sin embargo hacer la vista gorda en el caso de que se efectuase una invasión marítima, aunque dejó claro a los conspiradores que negaría todo conocimiento, les desautorizaría y confiscaría todas sus propiedades en Inglaterra en caso de que el plan urdido por estos no tuviese éxito.

Beaumont utilizó en su victoria las mismas tácticas que los ingleses aplicarían y difundirían posteriormente durante la guerra de los Cien Años, con caballeros a pie en el centro y grupos de arqueros en las alas del ejército.

No obstante, Archibald Douglas atacó en diciembre a Eduardo de Balliol, que se encontraba entonces en Annan, aprovechando para sorprenderle con las primeras luces del día.

El rey David II, acompañado de la reina, prefirieron refugiarse, para mayor seguridad, en el castillo de Dumbarton; mientras que Berwick, tras la rendición efectuada ante los ingleses, fue anexionada a Inglaterra.

A principios del año 1334, el rey francés Felipe VI propuso a David II concederle asilo en Francia, no solo para él sino para la totalidad de su corte.

Felipe VI decidió igualmente incluir a Escocia y a su rey, David II, en las negociaciones de paz que por esas fechas se trataban entre Francia e Inglaterra, negociaciones que acabaron por desembocar no en una paz sino en la guerra de los Cien Años.

Por esas fechas, los escoceses seguían un plan según el cual intentaban evitar las batallas campales, así como intentaban evacuar en la medida de lo posible a los habitantes de las Lowlands, para encaminarlos hacia las colinas, que se consideraban más seguras.

Este negoció rápidamente una tregua con el rey Eduardo III con una duración fijada hasta 1336, durante la cual diversos emisarios tanto del rey de Francia como del papado intentaron lograr que se alcanzase una paz entre Escocia e Inglaterra.

Ambos ejércitos devastaron una amplia zona del noroeste de Escocia, saqueando Elgin y Aberdeen, a la vez que un tercer ejército inglés procedía de igual manera en el sudoeste y en el valle del río Clyde.

Como consecuencia de estas invasiones, Felipe VI de Francia comunicó que haría todo lo que estuviese en su mano para ayudar a los escoceses, y que una gran flota, acompañada de un numeroso ejército francés, estaban dispuestos y a punto para invadir no solo Escocia sino incluso la propia Inglaterra.

Aunque Eduardo III hubiese intentado una nueva invasión de Escocia, temía cada vez más un posible ataque francés, con lo que, hacia finales del año 1336, los escoceses habían recuperado el control de su territorio.

Retiró sus pretensiones al trono escocés en enero del año 1356, para finalmente fallecer sin descendencia en 1364.

No obstante, los escoceses rechazaron este acuerdo, proponiendo continuar con el pago del rescate acordado, que había sido aumentado ya hasta la cifra de 100 000 libras, amenazando también con deponer al rey David II.

William Wallace
Robert Bruce y Elizabeth de Burgh.
Eduardo III invade Escocia. Ilustración de una edición de las Crónicas de Froissart.
David II capturado en la batalla de Neville's Cross. Ilustración de una edición de las Crónicas de Froissart.