Dado que la negociación fue fallida, los escoceses cargaron sobre los campos en pos de los ingleses.
Seis meses después de la ejecución del caudillo rebelde escocés William Wallace, Robert the Bruce se alzó como nuevo dirigente contra los invasores ingleses.
Eduardo I de Inglaterra no tardó en reaccionar y mandó una expedición contra Bruce que le obligó a huir hacia el norte, viviendo en la clandestinidad y preparando la guerra de la forma en que la había hecho Wallace.
En 1310 el rey Eduardo mandó una expedición para acabar con los rebeldes, logrando controlar de nuevo la zona.
Luego vino un segundo ataque de 700 caballeros ingleses contra el centro del ejército escocés.
Bruce al ver el peligro que corría su infantería mandó a su flanco izquierdo contra los caballeros.
Ante el fracaso de la carga los caballeros huyeron hacia sus puestos mientras eran perseguidos por la infantería escocesa, que realizó una verdadera carnicería entre los ingleses.
La intervención final de la retaguardia escocesa provocó la retirada completa del ejército inglés.