Su bautismo fue formalizado dos días después por el párroco del pueblo, Achille Ronzon.A los diez años, su madre murió y su padre contrajo segundas nupcias con una mujer de gran devoción; fue entonces cuando nació su vocación sacerdotal, según él declaró, gracias a la predicación de un fraile capuchino.En 1937 fue nombrado vicerrector del Seminario Gregoriano de Belluno, cargo que ocupó hasta 1947.En 1941, Luciani comenzó a estudiar para obtener un doctorado en teología negativa por la Pontificia Universidad Gregoriana, que requería un año de estancia en Roma.Sin embargo, sus superiores en el seminario querían que continuase dando clases durante sus estudios, lo que consiguió mediante una dispensa concedida por Pío XII el 27 de marzo de 1941.Su tesis, El origen del alma humana según Antonio Rosmini, se oponía frontalmente a la teología de Rosmini, y le proporcionó su doctorado magna cum laude.Tenía la virtud, lo que se ve reflejado en su tesis, de explicar en forma simple los conceptos más complicados.Era un hombre que no podía dejar de darse, pues solía visitar a los enfermos y a las personas con discapacidad: en los hospitales, vivían en un estado de sobresalto , ya que nunca se sabía si el obispo se presentaba.En su primer ángelus tras ser nombrado papa, recordó la vergüenza que había pasado cuando san Pablo VI se quitó su propia estola y se la colocó a él sobre los hombros:[11] Luciani fue elegido en la cuarta votación del cónclave de agosto de 1978, un cónclave inusualmente breve, el segundo más corto del siglo XX tras el de 1939.[13] El cardenal argentino Eduardo Pironio declaró: «Hemos sido testigos de un milagro moral».[13] Tras su elección, Juan Pablo I tomó una serie de decisiones que hicieran "más humano" al papa, admitiendo públicamente que se ruborizó cuando Pablo VI le nombró patriarca de Venecia.La visita del dictador Jorge Rafael Videla, presidente de Argentina, a la Ciudad del Vaticano, también causó gran controversia, especialmente cuando el papa le recordó las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Argentina durante la llamada guerra sucia.[20] El periodista John L. Allen afirma que: «Es casi seguro que Juan Pablo I no habría revertido las enseñanzas de Pablo VI, sobre todo porque no era un radical doctrinal.[4] Juan Pablo I era considerado un hábil comunicador y escritor, incluso publicó algunos escritos.[27] Otras están dirigidas a Mark Twain, Charles Dickens y Christopher Marlowe.Su impacto personal, sin embargo, fue doble: su imagen de hombre amable, cercano y bondadoso enseguida cautivó al mundo entero.Su presencia cordial le hizo una figura muy querida ya antes de empezar a hablar, en particular entre la prensa.Según sus ayudantes, no era el ingenuo idealista que sus críticos hicieron ver.Según el cardenal Giuseppe Caprio, Juan Pablo I aceptó su cargo y se dispuso a ejercerlo con confianza.[35] También afirmó que el papa "estaba en la cama con una leve sonrisa en su rostro", aun llevaba puestas sus gafas y tenía unas hojas en su mano.[35][39] Pietro Parolin habló sobre las diversas conspiraciones en torno al fallecimiento del pontífice, describiéndolas como "reconstrucciones noir"; y que su repentina muerte, sumado a otros hechos como un error en los informes del Vaticano, que aseguraba que fueron los secretarios del papa quienes lo encontraron muerto en vez de la hermana Vincenza Taffarel, y la tradición de no realizar una autopsia a los cuerpos de los pontífices, alimentó "una miríada de teorías, sospechas y suposiciones basadas en opiniones más que en hechos".Al día siguiente celebró una misa con el Colegio Cardenalicio en la Capilla Sixtina.Tras la misa, dio su primera bendición Urbi et orbi, que fue transmitida por radio al mundo entero.En ella prometió fidelidad al Concilio Vaticano II y rindió homenaje a su predecesor:[41]