Evelio Rosero

[2]​ En 1979, a sus 21 años, obtiene su primer reconocimiento literario —el Premio Nacional de Cuento Gobernación del Quindío— por el relato Ausentes, que publica el Instituto de Cultura en la antología 17 cuentos colombianos.En este punto, Rosero viaja a Europa, en donde reside primero en París y luego en Barcelona.En este período concluye la colección Cuento para matar a un perro y otros cuentos (1989) y en 1996 incursiona en la literatura infantil con la novela Pelea en el parque, a la que seguirá otra recopilación de relatos: El aprendiz de mago (1992).Ese mismo año aparece su siguiente novela, Señor que no conoce la luna, tras la cual vendrá un período de trabajo en los géneros de cuento, Las esquinas más largas (1998), y teatro, Ahí están pintados (1998).Esta obra obtuvo tres años más tarde el Tusquets de Novela y, como algunas otras anteriores, ha sido traducida a diversos idiomas.[3]​ Rosero ha trabajado los principales géneros literarios: novela, cuento, poesía, teatro y ensayo, sin mencionar su labor como periodista.Sin embargo, en 1992 se publica El aprendiz de mago, cuya aparición refleja un cambio en las perspectivas del autor, por lo menos con respecto al género.Este cambio podría explicarse a partir de su relación con la literatura infantil, tomando en consideración que en 1991 saca Pelea en el parque.[5]​ El tema de la literatura infantil en Rosero es interesante cuando se piensa en la representación de los niños en todas sus obras, pues esta tiende a desidealizar la infancia como un espacio de felicidad incorrupta, para mostrar el sufrimiento y la crueldad que se pueden llegar a experimentar durante este período.Entre las más reconocidas se pueden mencionar Mateo solo (1984), Juliana los mira (1986), El incendiado (1988), Señor que no conoce la luna (1992), En el lejero le va bien (2003), Los ejércitos (2006), La carroza de Bolívar (2012) y "Toño Ciruelo" (2017).[5]​ En otra entrevista, asegura que Mateo solo es el resultado de mitad experiencia, mitad imaginación, ficción y proceso literario; mientras que con El incendiado parte de “…una realidad total como base.Todas esas experiencias fueron vividas por mí, por mis amigos del colegio, o por conocidos que me las refirieron”.[4]​ Los ejércitos La novela narra la historia de Ismael Pasos, un anciano que vive con su esposa Otilia hace cuarenta años en San José, un pueblo que, aunque ficticio, bien puede representar cualquier pueblo de Colombia.De igual manera, en declaraciones próximas al recibimiento del galardón, Rosero recordó que la novela se basa en hechos totalmente reales, cotidianos, tomados de la prensa nacional y en relación con fenómenos como el secuestro y el desplazamiento.Solamente decir la verdad, respecto de una mentira que se ha prolongado e hinchado durante 200 años".[1]​ Sobre las relaciones de sus obras con la realidad nacional se han dicho diferentes cosas.[8]​ La perspectiva del autor sobre este problema se puede pensar a partir de una respuesta a algunas críticas que se le hacen a la representación de la realidad en sus novelas, según las cuales ésta se realiza bajo una mirada exterior que contiene oculto un orden moral; Rosero responde: "... toda novela es consecuencia de la realidad, pero también es crítica, es modificante del mundo, es un testigo activo".[4]​ Con respecto a su relación con tradiciones o corrientes literarias, el autor ha dicho no seguir ninguna tendencia, escuela o innovación, en el sentido de que no le preocupan.