Su nombre originario, según el filólogo Gustavo Romera Marcos, proviene de época romana, concretamente del topónimo Murata tálea (la que está amurallada con palos).Los inviernos son fríos en comparación con otras zonas de la región y las nevadas frecuentes, pero no muy abundantes.La Alta Edad Media, y en especial el periodo tardorromano, es muy poco conocido en la historia de Moratalla.Sus territorios pasarían a dominio musulmán junto con el resto del sureste ibérico, en lo que por entonces sería una población de pequeña entidad.En 1530, la villa contaba ya con 534 vecinos, una expansión que se mantendrá durante la Edad Moderna.Durante este periodo, la agricultura y la ganadería serán la base económica de la localidad.También en este momento comienza la explotación forestal maderera, que se convertirá en una actividad económica para la localidad.La administración pasa a ejercerse en la Casa de la Encomienda, situada en la actual calle García Aguilera, perdiendo, por tanto, importancia en este sentido el castillo.Los recursos principales del municipio son la agricultura (cereales como la cebada; la oliva y los aceites; la almendra; el albaricoque, la ciruela y el melocotón; posee parte del coto arrocero del conocido arroz de Calasparra junto al río Segura; las plantas aromáticas como el espliego o la lavanda), las conserveras; la industria de transformación de la madera; la ganadería (ovina, sobre todo) y el turismo rural.Moratalla está entre los diez pueblos más buscados del país en lo que a turismo rural se refiere.Prestan servicio las siguientes líneas de autobús interurbano: Moratalla posee un vasto patrimonio cultural que abarca desde la prehistoria, y especialmente, la Edad Media y Edad Moderna hasta la actualidad, con obras tanto civiles como de culto.En dicho teatro suelen realizarse una serie de representaciones organizadas por el grupo municipal "La Cortijá", cuyo cometido principal es recaudar fondos para la Asociación Española Contra el Cáncer.La tamborada es una tradición antiquísima cuyo origen se asocia al terremoto producido tras la muerte de Jesucristo en la cruz.No obstante, el comienzo de dicha tradición no está todavía muy claro, se sabe que llegó a puntos cercanos a Moratalla a finales del siglo XVII, pero la versión más fidedigna es aquella que asocia la llegada del tambor con la de los Franciscanos en el siglo XVI.[18] Varias son las localidades que comparten esta tradición tan arraigada en sus gentes.No obstante, la celebración moratallera se singulariza y prioriza sobre las demás debido a su variopinto desorden, pues los nazarenos, únicos cuya cara tapa el capirote, visten túnicas artesanales de extravagantes y caprichosos diseños claramente diferenciados entre sí, mientras portan y redoblan sobre magníficos tambores desarrollados también artesanalmente, ocasionando que las calles no se llenan menos de color que de sonido.Quizá sean las túnicas el elemento más singular de la Semana Santa Moratallera pues impactan a todo aquel que por primera vez las ve pues su gran variedad y singularidad tiñe de color las ya hermosas calles del municipio.Con carácter anual y desde 1984, todo los pueblos en los que se disfruta esta fiesta tan particular como es la Semana Santa en su variante del toque del tambor, se reúnen en una localidad determinada para celebrar las Jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo, más llanamente conocida como "Las Jornadas".