El relieve es predominantemente llano, aunque cuenta con algunos cerros y pequeñas sierras aisladas dispersas por el territorio.
El núcleo urbano se alza a 631 m sobre el nivel del mar.
Tobarra estuvo habitada ya en tiempos previos a la conquista romana de la península ibérica, como muestra el hecho de que la vía romana que unía Complutum (Alcalá de Henares) con Carthago Nova (Cartagena) se desviara unos kilómetros para pasar por Tobarra y retomara después su camino hacia Illunum (Minateda).
En época visigoda se construyó, a 6 km del casco urbano actual, un eremitorio excavado en roca, junto a una cantera de mármol, que se utilizó desde tiempos romanos hasta bien entrado el siglo XVII.
En 1243, la villa es reconquistada por el infante Alfonso de Castilla (futuro rey Alfonso X el Sabio), quien la incorpora al alfoz de Alcaraz, aunque logra pronto su emancipación.
Más tarde, Fernando IV le concede una carta de privilegios, que serán confirmados por los sucesivos reyes y señores de Tobarra, hasta los Reyes Católicos.
Tobarra tuvo una destacada importancia económica en el sureste de la España medieval, como demuestran sus ordenanzas, que vieron la luz a finales del siglo XX.
[7] En esta época, Tobarra se rige por el Reglamento de Propios y Arbitrios otorgado por Carlos III en 1762.
Las primeras décadas del siglo XX Tobarra vivió un florecimiento económico y comercial debido al cultivo del esparto y a su situación estratégica para el transporte de mercancías.
Desglose de población según el Padrón Continuo por Unidad Poblacional del INE.
Se inician con la procesión del castillo, que se desarrolla en la noche del 16 al 17 de enero, donde la imagen, es portada a hombros por los vecinos y recorre las calles de Ramón y Cajal, Tercera del Collado, Travesía y La Parra para terminar en la iglesia de su nombre.
Al finalizar, se realiza el tradicional castillo de fuegos artificiales.