El Monumento a los Caídos cuyo nombre oficial era «Navarra a sus Muertos en la Cruzada» que figura en su fachada, aunque hoy se encuentra oculto con la nueva denominación y uso: «Sala de Exposiciones», es un edificio en memoria de los 4500 navarros muertos del bando sublevado en la guerra civil española.
El 14 de julio, la Comunión Tradicionalista, así como la Falange dieron su apoyo a la sublevación.
Cuando Diego Martínez Barrio decidió negociar un acuerdo, el golpe de Estado era un hecho.
Según cifras oficiales murieron en combate unos 4.545 navarros que figuran nominalmente en el libro 1936-1939.
[3] Jimeno Jurío, aunque considera poco fiable esta lista nominal, reproduce sus cifras en la publicación realizada en 1982, detallando por merindades los 4.535, que fallecieron en su mayoría en el frente del norte de Guipúzcoa y Vizcaya y en menor medida, 1.700 combatientes, una vez finalizado este frente en 1937:[4] Se encuentra en el Segundo Ensanche de Pamplona y fue edificado en 1942, tras la guerra civil española.
En el interior, en sus paredes, se encuentran inscritos los nombres de los navarros fallecidos en combate del llamado bando Nacional.
[5] El edificio fue donado por el obispado al ayuntamiento, con la condición de no retirar ni modificar ningún elemento de forma definitiva y destinarlo a fines culturales.
Por ello el Ayuntamiento de Pamplona, gobernado entonces por una coalición de la derecha política navarra, UPN y CDN, realizó una restauración manteniendo todos los elementos, aunque ocultando tanto los escudos franquistas exteriores, la inscripción y nombre del edificio frontal, así como las inscripciones del interior.
[6] Con anterioridad y desde su inauguración se denominó «Plaza Conde de Rodezno», en recuerdo del político español Tomás Domínguez Arévalo.
En época posterior se construyeron los dos anexos laterales, unidos al monumento por arquerías: la parroquia de Cristo Rey, a la izquierda, y la casa parroquial, a la derecha, que es de 1962 y el último en ser edificado.
Ambos son de José Yárnoz y Víctor Eusa, arquitectos del monumento.
Las opiniones vertidas para aconsejar su modificación, remodelación y hasta su demolición se han sucedido durante años.
Además también existieron navarros caídos en combate del bando republicano que no han recibido homenaje alguno.
Sin embargo hay otros que sí han sido homenajeados, como los del pueblo de Lizoáin.