El modelo esencial está compuesto por una rueda –o turbina– que desencadena un doble proceso mecánico de traslación y fuerza, que a su vez será empleado en diversos usos industriales o agrícolas, desde sus más antiguas aplicaciones para moler cereales o el regadío, hasta su aprovechamiento como planta hidroeléctrica para producir electricidad.
[5] El engranaje conocido en latín como tympanum (copiado por los árabes como sakia), ya estaba completamente desarrollado, y fue atestiguado por primera vez en una pintura mural helenística del siglo II a. C. en el Egipto ptolemaico.
[6] Según la tradición histórica griega, la India recibió molinos de agua del Imperio Romano a principios del siglo IV d. C. cuando un tal Metrodoros introdujo "molinos de agua y baños, desconocidos entre ellos [los brahmanes] hasta entonces".
[a] Allí la fuerza del agua empujará la turbina elemental o la estructura del molino hidráulico ejerciendo su presión hidrográfica sobre las aspas de la rueda, que hará girar el eje que, a su vez, pondrá en acción la maquinaria de la estructura.
Ejercida su presión sobre la rueda hidráulica, el agua saldrá del molino regresando al curso fluvial por un canal denominado socaz[11] o aprovechándose por un nuevo canal para consumo, regadío, etc.[1] Los molinos de agua se pueden dividir en dos tipos, uno con una rueda hidráulica horizontal sobre un eje vertical y el otro con una rueda vertical sobre un eje horizontal.
Ya a mediados del siglo xix, se construyeron en Gran Bretaña numerosas ruedas hidráulicas con diámetros entre 7 y 12 metros, para uso industrial, cuyas unidades podían producir de 65 kW hasta 190 kW.
[9] Sus orígenes en Europa se remontan a la Italia de mediados del siglo vi;[23] Fueron descritos por inventores y humanistas como el veneciano Fausto Verancio (1551-1617), que los dibuja en su «Machinae novae»,[24] y en obras como la Encyclopédie Diderot (1751).
Su decadencia y desaparición ocurrió al final del siglo xix, aunque algunos sobrevivieron hasta bien entrado el xx.