Manuel Señoret Astaburuaga

Se distinguió por su activa participación en los trabajos hidrográficos realizados por la goleta "Covadonga" tanto en la zona sur del país, Maule y Concepción, como en la zona norte, Mejillones, Pisagua.Sus padres fueron el capitán de navío don Leoncio Señoret Montagne, marino francés al servicio de Chile y doña Vitalia Astaburuaga Cienfuegos.A bordo de la corbeta "Abtao" tomó parte en el traslado del ejército al norte con miras a iniciar la campaña de Lima.En 1886 integró la comisión de la misión naval en Inglaterra, bajo el mando del contraalmirante Juan José Latorre Benavente, que inspeccionó las reparaciones del blindado Blanco Encalada.[cita requerida] Hizo progresar el comercio y levantó industrias, mejoró los servicios públicos.Debido a sus acuciosas investigaciones sobre los títulos chilenos en las tierras magallánicas, que Chile hizo valer ante el árbitro británico, frustraron las pretensiones argentinas de tener un puerto en el océano Pacífico.Siendo el gobernador Manuel Señoret la máxima autoridad gubernamental en la zona, es evidente que no cumplió ni siquiera mínimamente con sus deberes funcionarios para evitar las matanzas de selknam.Unida a esta inacción, los desencuentros entre Señoret y el jefe de las misiones salesianas José Fagnano, no hicieron más que agudizar la condición de los onas y a través de una larga dilación por su parte no se pudo concretar un plan de protección a los aborígenes, como así le había encomendado expresamente el gobierno central, demostrando con ello su favor a la causa de los ganaderos occidentales en Tierra del Fuego (quienes ordenaban y financiaban las matanzas), lo cual quedó en evidencia con su desinterés por fiscalizar los episodios que se desarrollaban en Tierra del Fuego, mismas que eran de público conocimiento incluso en el centro del país.En cuanto al proceso judicial en sí, este solo culpó a algunos peones de estancia como autores materiales directos, quienes quedaron libres prácticamente a los pocos meses del juicio, mientras que los autores intelectuales, es decir los dueños y los accionistas de las estancias (Mauricio Braun, José Menéndez, Rodolfo Stubenrauch y Peter H. Mac Clelland, entre otros), nunca fueron procesados.Los relatos son realmente sobrecogedores: todas esas familias en un galpón, los niños llorando, cómo se los arrancaban a sus padres.Ciertamente no podemos ver algo que sucedió hace 125 años con ojos de ahora, pero ya en esa época los hechos descritos eran constitutivos de delitos penales y administrativos, y fueron de público conocimiento, permitiendo la crítica de sus contemporáneos, y no solo por los salesianos, sino también por policías, militares, periodistas y ciudadanos en general.