[3] En 1975, Manuel DeLanda llegó a la Ciudad de Nueva York para estudiar cine.
Sin embargo, decidió dejar la carrera por las exigencias de tiempo que esta conllevaba.
Al no haber software disponible para la máquina, DeLanda comenzó a interesarse en la programación, iniciando en Basic para luego continuar en Pascal.
Más concretamente, fue en 1983 cuando dejó de hacer películas para "dedicarse a la programación informática, la escritura, la enseñanza y la filosofía".
[5] Su carrera como intelectual despuntaría en mayo de 1981, fecha en la que da su conferencia titulada Wittgenstein at the Movies (Wittgenstein en el cine) en Cinema Histories, Cinema Practices I, evento organizado por la Universidad del Sur de California,[6] conferencia que luego fue publicada en 1984;[7] y entre 1986 y 1989 escribió su libro War in the Age of Intelligent Machines (La guerra en la era de las máquinas inteligentes), texto en el que revisó la cada vez más importante presencia de la inteligencia artificial en el ambiente bélico, agenciamiento no-humano que termina - aunque sea limitadamente - desplazando al ser humano del centro del panorama armamentístico.
Llegó a ser un ícono de la escena artística en Lower East Side.
[15] Gran parte de su obra se inspiró en su incipiente interés por la filosofía continental, el psicoanálisis y la teoría crítica, siendo una de sus películas más conocidas Raw Nerves: A Lacanian Thriller (1980).
[13] DeLanda está fuertemente influenciado por el pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari.
La regla general que DeLanda utiliza para explicarlo es: “Cualquier población de replicadores variables emparentados con algún filtro conducen a la evolución”.
Para explicar lo anterior, DeLanda retoma la distinción de las magnitudes en la termodinámica: las extensivas y las intensivas.
Lo que las magnitudes intensivas aportan a este estudio, es que, cuando en éstas se producen diferencias, como lo sería el cambio de temperatura, se generan cambios y flujos en los procesos, movimiento.
De esta forma, las diferencias intensivas funcionan como combustible no sólo en dichos procesos, sino también en otros de mayor escala, como en la historia, el clima, la economía y la evolución.
Para lograr la representación primero se necesita identificar las variables relevantes que repercuten en el sistema.
La historia, pensada bajo esta lógica, obedecería también a transformaciones, específicamente de estado.
Sin embargo afirma que ambos se han visto limitados, pues el primero responde siempre en términos de equilibrio, y el segundo en términos del “mejor diseño”, dejando así sólo una posible vía para los eventos históricos.
La narrativa se enfoca en los flujos de materia orgánica como gérmenes, plantas y animales.
Más en particular, DeLanda introduce el concepto de ensamblaje para referirse a una entidad o sistema compuesto por múltiples componentes heterogéneos que se relacionan entre sí.
Los conceptos importantes utilizados para definir la construcción de los ensamblajes, como exterioridad versus interioridad, codificación, emergencia, singularidades, entidades históricas y territorialización, están todos definidos y establecidos en diferentes contextos históricos.
Es muy probable que este texto decepcione a quienes estén familiarizados con las anteriores contribuciones a la filosofía continental realizadas por el autor, en tanto que es el que se sitúa más cómodamente en la tradición de la filosofía analítica de la mente, junto a las obras de figuras tales como Daniel Dennett o Paul y Patricia Churchland, con quienes mantiene un intenso debate.
Este hecho se acentúa más al notar la ausencia de muchos autores con los que cabría esperar que DeLanda se hubiera comprometido debido a su formación en filosofía continental, entre ellos Jean-Paul Sartre, Trần Đức Thảo, Michel Henry, Jacques Derrida y Maurice Merleau-Ponty.
Lamentablemente, y como señala Chang, DeLanda en ningún momento ofrece una explicación sobre qué criterio uso para escoger los libros de texto particulares para analizar, hecho que quita poder de convencimiento a sus conclusiones.
Sólo recientemente su obra a comenzado a ser traducida al español, encontrándose disponibles: Afortunadamente, en la actualidad se ha visto un mayor interés por la obra de Manuel DeLanda en territorio hispano, particularmente en México,[26][27] Argentina[28] y Chile;[29] lo cual auspicia la llegada de más traducciones de sus textos al español en los siguientes años.