Este contexto de la magia se ha convertido en un estudio académico, especialmente en los últimos veinte años.
[8] Según Robert Parker, «la magia difiere de la religión como las malas hierbas difieren de las flores, simplemente por una evaluación social negativa»; a menudo se consideraba que la magia consistía en prácticas que iban desde la superstición pueril hasta lo malvado y peligroso.
[13] Las asociaciones con este término tienden a ser un proceso en evolución en la literatura antigua, pero en general la magia antigua refleja aspectos de tradiciones religiosas más amplias en el mundo mediterráneo, es decir, la creencia en la magia refleja la creencia en deidades, adivinación, y palabras de poder.
[14] Los papiros mágicos que nos quedan por estudiar, presentan más creencias greco-egipcias, en vez de greco-romanas.
Betz declara: En la literatura griega, la primera operación mágica que apoya una definición de la magia como una práctica destinada a tratar de localizar y controlar las fuerzas secretas —las simpatías y antipatías que conforman estas fuerzas— del mundo (physis) φύσις) se encuentra en el Libro X de la Odisea —un texto que se remonta a principios del siglo VIII a. C.—.
[16] En la historia se encuentran tres requisitos cruciales para el lenguaje de la «magia» en la literatura posterior: Estos son los tres elementos más comunes que caracterizan a la magia como sistema en los períodos posteriores helenístico y greco-romano de la historia.
[17] El siglo VI a. C. da lugar a referencias dispersas de magos trabajando en Grecia.
[18] El orfismo, o los Misterios órficos, parece haber sido, también, tema central para los personajes de Pitágoras y Empédocles que vivieron en los siglos VI y V a. C. Se dice que Pitágoras, por ejemplo, describió a Orfeo como «el... padre de las canciones melodiosas».
[11]: 42 Dodds argumentó que, dado que gran parte de los conocimientos adquiridos por individuos como Pitágoras o Empédocles era algo misterioso incluso para aquellos con una educación rudimentaria, podría estar asociado con la magia o al menos con el aprendizaje de un Magus.
Platón refleja tal actitud en sus Leyes (933a-e) donde da por sentado a los sanadores, profetas y hechiceros.
Una analogía cristiana temprana se encuentra en los escritos del apóstol Pablo en el siglo I.
[33] Los amuletos son a menudo formas abreviadas de las fórmulas que se encuentran en los papiros mágicos existentes.
Sin embargo, no se conoce bien el nivel de credibilidad o eficacia que se da a las prácticas mágicas en los primeros mundos griego y romano en comparación con el período helenístico tardío.
Las operaciones mágicas se dividen en gran medida en dos categorías: la teurgia (θεουργία) y la goecia (γοητεία).
[notes 4] A medida que la iglesia continuó desarrollando esta demarcación, Simón es objeto de un escrutinio aún mayor en los textos cristianos posteriores.
Según Filóstrato, Apolonio viajó por todas partes, hasta la India, enseñando ideas razonablemente coherentes con la doctrina tradicional pitagórica; pero de hecho, es muy probable que nunca abandonara el Oriente griego del Imperio romano.
Tales objetivos pueden ser vistos de forma negativa o positiva por los autores antiguos.
[47] Sin embargo, en otro lugar, «hubo un falso profeta egipcio [un mago] que hizo más daño a los judíos... porque era un tramposo».
Este trabajo, bastante extenso, trata una asombrosa variedad de temas: cosmología, geografía, antropología, zoología, botánica, farmacología, mineralogía, metalurgia y muchos otros.
Según Plinio, el arte de los magos toca tres áreas: «curación», «ritual» y «astrología».
[53] Aunque el propio Plutarco se toma en serio los sueños y los presagios, reserva la superstición para aquellos que tienen una fe excesiva o exclusiva en tales fenómenos.
También da por sentadas otras prácticas mágicas, como herir a alguien con el mal de ojo.
[53] También cree en los demonios que sirven como agentes o enlaces entre los dioses y los seres humanos y son responsables de muchos eventos sobrenaturales en la vida humana que se atribuyen comúnmente a la intervención divina.
[54] En general, entonces, Plutarco acepta mucho de lo que hoy podríamos definir como superstición en sí misma.
Un platonista posterior, Apuleyo (nacido en el año 125),[55] nos da una cantidad sustancial de información sobre las creencias contemporáneas en la magia, aunque tal vez sin ninguna elección inicial propia.
Experimentan emociones como los seres humanos, y a pesar de esto sus mentes son racionales.
[58] Veinte años después, Augusto ordenó que se quemaran todos los libros sobre las artes mágicas.
[59] En estos casos las autoridades romanas decidían específicamente qué formas de magia eran aceptables y cuáles no.
La mayoría de los pueblos del mundo realizan actos con los que pretenden provocar determinados acontecimientos o condiciones, ya sea en la naturaleza o entre las personas, que consideran como las consecuencias de esos actos».
Debido a que esto fue algo hecho en secreto o con métodos extranjeros estos textos representan un arte que fue generalmente considerado como ilegítimo por los cultos mágicos oficiales o de la corriente principal en las sociedades.