El mal de ojo es una creencia popular[1] supersticiosa[2] que está extendida en muchas civilizaciones, según la cual una persona tiene la capacidad de producir daño, desgracias, enfermedades e incluso llegar a provocar la muerte a otra solo con mirarla, generalmente por envidia.
[3] Se piensa que las mujeres embarazadas, los niños y los animales son particularmente susceptibles.
[4] Enrique de Villena escribió en 1425 un tratado sobre el «mal de ojo» o «aojamiento», diciendo que los facultativos lo llamaban «fascinación», del nombre tradicional en latín «fascinare» (que significa «encantar» o «hechizar»).
[1] Posiblemente la creencia en el mal de ojo se originó en la antigua Mesopotamia (actual Irak).
[19] Autores griegos antiguos mencionaban con frecuencia el ὀφθαλμὸς βάσκανος (ophthalmòs báskanos; mal de ojo).
[21][22] Autores clásicos intentaron describir y explicar la función del mal de ojo.
Plutarco, en su obra titulada Quastiones Convivales, dedica un capítulo aparte a estas creencias.
[26][27] En la antigua Roma se usaban representaciones de falos, como el fascinus, para protegerse contra el mal de ojo, mientras que en la actual Italia meridional se usan una variedad de amuletos y gestos para la protección, incluyendo el cornicello, la cimaruta (que se cuelga sobre las cunas) y la mano cornuta.
Se conoce como nazar (en turco: boncuğu nazar o nazarlık), al talismán más frecuente en Turquía, que se encuentra en casas y vehículos, o son usados como adornos.
En Centroamérica, existen varias formas de curar el mal de ojo, que también se conoce como ojeo u ojo; se cree que los más afectados por este padecimiento son los niños.
También se puede tallar o tapar al niño con alguna prenda de ropa usada y sudada del padre.
En Perú y Bolivia, la mitología andina sugiere que el mal de ojo se ocasiona debido a que un Apu, o espíritu divino de los cerros, ha mirado fijamente o tuvo contacto visual con el enfermo, que generalmente es un niño pequeño debido a su vulnerabilidad, el cual tiempo después desarrolla hinchazón, adormecimiento y ardor en los ojos, o fatiga y dolor de cabeza.
Para contrarrestar esto, se acostumbra hacer un ritual con un cuy, que posterior y opcionalmente será sacrificado.
Junto al cuy, se suelen utilizar hierbas andinas ancestrales o la hoja de coca.
Este tratamiento se realiza a veces por tres sesiones seguidas, una por día.
[33] Otra práctica muy común consistía en esconder entre las ropas del niño una bolsita verde que contuviera una moneda de 5 centavos y un ajo.[33] Un estudio antropológico sobre la medicina popular en las zonas rurales de Cartagena encontró medidas de protección como el uso de escapularios, lazos rojos u otros objetos que llamen la atención visual, hacerlo llorar a los niños, hacer o decir determinadas frases o gestos pero a escondidas (p.
[34] En Guatemala, las llamadas comadronas en los pueblos utilizan un trapo o tuza (hoja seca de maíz) para frotar al recién nacido que presenta síntomas como: llanto, hipo, fiebre o sobresaltos mientras duerme.
En Uruguay, si un bebe recién nacido tiene llanto incesable y tira los ojos para atrás es porque esta «ojeado» y es común escuchar de parte de abuelas «llevalo a vencer»; eso hace referencia a las venceduras, que son utilizadas para curar distintos malestares especialmente en niños.
En el procedimiento se utilizan plantas nativas unidas en un ramo o también con brasas recogidas con una tijera y se les realiza la señal de la cruz en el aire (entre 1 o 2 metros entre el niño y la tijera con las brasas), luego son introducidas una a una en un recipiente (sea vaso, plato o tazón).
Este ritual se hace de 3 a 9 días según sea necesario.