[3] En esta misma asamblea protagonizaría un altercado con el representante inglés, quien decidió ocupar su lugar ofendiendo la dignidad del futuro conde de Cifuentes.
[4] Este, entonces, lo echó del asiento exclamando «¡Non pose quien mal posa!», y al ser intimado por su recia actitud, respondió «Digovos Presidente, que quando padesce defecto la razón non debe faltar al coraçón las manos».
A continuación intervino su colega el obispo de Cuenca, pero Juan de Silva prosiguió y dijo «Padre, habed vos como letrado, yo faré como caballero».
En noviembre de 1436, al regresar a la península, sería recibido en Illescas con todos los honores y vitoreado por su energica actitud, actitud que le proporcionó el emblema y divisa para sus armas —una mariposa tras su blasón y el lema «mal posa qui mal y pose»— en referencia a la famosa anécdota con el embajador de Inglaterra.
De las banderías y conjuras cortesanas tan frecuentes por esos años, Juan de Silva se excusó y mantuvo en todo momento su lealtad a la monarquía establecida, manifestandole a su cuñado Alonso de Carrillo, arzobispo de Toledo, que «no hazía falta escritura para que le sirviera cuando fuere preçiso, pero que firmar con otros non quería pues luego se salvan de esas conjuras los grandes y son los medianos los que pierden».
[7] Juan de Silva es descrito físicamente como un hombre alto, delgado y bien proporcionado, de nariz larga y un habla con ceceo.