Los Habsburgo, cuya historia se confunde con la de Austria, serán la fuerza dominante del imperio y situarán en su cabeza a muchos sus soberanos hasta su disolución en 1806 por el «doble emperador» austriaco Francisco II / I.
Este expansionismo, junto con las aspiraciones francesas y la resultante rivalidad entre Habsburgo-Francia o Borbón-Habsburgo, fueron factores importantes que dieron forma a la historia europea durante 200 años (1516-1756).
Los asentamientos en colinas eran comunes en esa época en la región, ya que los habitantes buscaban y desarrollaban materias primas en las zonas de los Alpes centrales.
[11] Desde allí dirigió sus operaciones contra Italia, exigiendo Noricum entre otros territorios, saqueando finalmente Roma en 410 pero muriendo en la ruta a casa ese mismo año.
Finalmente Carlomagno (emperador 800-814) depuso al último duque de los Agilolfingos, Tasilón III, asumiendo el control carolingio directo en 788, imponiendo reyes bávaros no hereditarios.
Hacia el este, estableció una nueva marca oriental bávara, posteriormente conocida como Austria, bajo Leopoldo (Luitpold), conde de Babenberg en 976.
Aunque los bávaros germánicos constantemente reemplazaron a romansch como lengua principal, adoptaron muchas costumbres romanas y se cristianizaron cada vez más.
Otakar procedió a aliarse con los Babenbergs al casarse con Margarita, hija de Leopoldo VI y por lo tanto una posible demandante del trono, en 1252.
El rey Otakar fue puesto bajo la prohibición imperial; y en junio de 1276 se declaró la guerra en su contra, Rodolfo puso sitio a Viena.
Rodolfo pasó varios años estableciendo su autoridad en Austria, encontrando algunas dificultades para situar a su familia como sucesores del gobierno de la provincia.
Cuando murió en 1365 no hubo problemas dinásticos y la sucesión pasó a sus hermanos conjuntamente bajo las «Regla de la Casa Rudolfiniana» (Rudolfinische Hausordnung).
Falleció inesperadamente en una batalla contra los otomanos, dejando como heredero a un hijo aún no nacido, que lo hará cuatro meses después (Ladislao el póstumo, r. 1440-1457).
Al haberse extinguido la línea albertina, el título regresó de vuelta a los leopoldinos, heredado conjuntamente por los hermanos Federico V y Alberto VI.
Con la creciente amenaza otomana (ver más abajo), necesitaba asegurarse de que no se estaba enfrentando a un gran cisma dentro del cristianismo.
Aunque los propios gobernantes de los Habsburgo siguieron siendo católicos, las provincias no austriacas se convirtieron en gran parte al luteranismo, que Fernando I toleró ampliamente.
Afortunadamente para Austria, El Imperio otomano estaba ocupado en otros lugares durante la guerra de los Treinta Años, cuando habría sido vulnerable al ataque en su flanco oriental.
Hasta 1663 los otomanos no desarrollaron amenazas serias con respecto a Austria en lo que fue un evento desastroso para los primeros, siendo derrotados en la batalla de San Gotardo el año siguiente.
Si bien María Teresa y su consorte eran conservadores absolutistas barrocos, esto fue atenuado por un sentido pragmático e implementaron una serie de reformas ya atrasadas.
Sus reformas financieras mejoraron considerablemente las finanzas del estado e introdujeron notablemente los impuestos a la nobleza por vez primera, logrando un presupuesto equilibrado en 1775.
Su enfoque cauteloso era rechazado por José, que siempre buscaba la intervención dramática y decisiva para imponer la mejor solución, independientemente de las tradiciones u oposición política.
Las rentas pagados por los campesinos debían ser reguladas por los funcionarios imperiales (no locales) y los impuestos se aplicaban a todos los ingresos derivados de la tierra.
La carta abolía la autonomía comunal mediante la cual los judíos controlaban sus asuntos internos; promovió la "germanización" y el uso de ropa no judía.
En lugar de la autonomía provincial, estableció un centralismo ilimitado, que redujo Lombardía política y económicamente a un área marginal del Imperio.
[53] Detrás de sus numerosas reformas se encuentra un amplio programa influenciado por las doctrinas del absolutismo ilustrado, la ley natural, el mercantilismo y la fisiocracia.
Los términos fueron moderados: los acuerdos de Campo Formio se restablecieron en gran medida, pero el camino ya estaba claro para una reorganización del Imperio siguiendo las líneas francesas.
Desde la época de la Contrarreforma, la Iglesia católica había asumido un papel importante en la vida política del imperio, junto con la aristocracia y los elementos rurales conservadores.
Las divisiones iniciales en partidos católicos, o clásico liberales, nacionales, radicales y agrarios diferían por motivos étnicos que fragmentaban aún más la cultura política.
Si bien todos los países han aspirado a lograr su estado nación, el caso de los alemanes es muy particular, ya que nunca les fue permitido concretarlo.
Esta república inicialmente intentó sin éxito unirse a Alemania (véase Austria Alemana), pero las potencias occidentales de la época, Francia y Reino Unido, se opusieron.
Los aliados occidentales reconocieron este gobierno con ciertas reticencias, aunque el país quedó sometido a la administración de las potencias vencedoras, URSS, EE.