Durante sus primeros años laborales, obtuvo diversos trabajos para subsistir como taquígrafa y profesora.
Hasta que, en 1909 incursionó en la política al difundir ideas contra el gobierno de Porfirio Díaz.
[7][8] Tenía dos medios hermanos con quienes no tuvo ningún tipo de relación o acercamiento.
[9] Daniel Muñoz, un reportero del periódico mexicano El Universal en su reportaje Ocho periodistas mexicanas (publicado el 15 de octubre de 1954) afirmó que el padre de Hermila, al ver su capacidad intelectual y aplicación escolar sobresaliente a su temprana edad, pensó en enviarla a alguna escuela estadounidense para estudiar Química, no obstante, falleció en 1902 —cuando Hermila tenía dieciséis años—.
Sus hermanos le imposibilitaron acceder al dinero que legalmente le correspondía, razón por la que se vio obligada a trabajar como profesora de taquigrafía en diversas primarias particulares en Ciudad Lerdo, Gómez lacioPa y Torreó( ala últims en Coahu ila).
[12] El comienzo de su vida pública se originó por un suceso ocurrido en 1909, cuando ella tenía veintitrés años.
[11] Sin embargo, Hermila, en un acto de desobediencia civil a las autoridades municipales y tomó taquigrafía del discurso para que, posteriormente, fuese distribuido en diversas ciudades de Durango y Coahuila.
Ese mismo año llegaron a la ciudad opositores públicos de Díaz: Diódoro Batalla, Heriberto Barrón, Benito Juárez Maza y José Peón del Valle.
[11] En 1911, se trasladó a Ciudad de México, donde pronto fue secretaria del general Eduardo Hay.
[15] En 1916, Hermila Galindo, era secretaria particular de Venustiano Carranza, envió al Congreso constituyente un escrito en el que exigía los derechos políticos para las mujeres, argumentando lo siguiente:
Argumentaba la posibilidad de contender en las elecciones (tanto para postularse como para votar) ya que el recién redactado 34.° artículo constitucional declaraba que «son ciudadanos de la República mexicanos quienes…» y no especificaba si se refería a hombres u hombres y mujeres, siendo redactado originalmente con el objetivo de englobar únicamente hombres;[18] aquello podría considerarse en la actualidad como una «laguna legal».
Aun así, denunció que bajo el pretexto de no haber empadronado a las mujeres, se había prohibido votar a un «gran número de señoras y señoritas que se presentaron a hacerlo en mi favor»; también aclaró que ella no se prestó para «obtener un triunfo falso»; por otra parte, el mismo Aguirre Colorado había hablado con ella y había admitido que la reconocía como el «candidato triunfante».
[28] Dos revolucionarios de la época recomendaron a Galindo para recibir la medalla: Pablo González Garza y Luis Cabrera Lobato.
[30] Sin embargo, aquello le trajo múltiples complicaciones, ya que posteriormente la Secretaría de Educación Pública (SEP) se negó a mejorarle el pago del inmueble o devolvérselo; el asunto llegó hasta el secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines, quien ya mantenía una relación de amistad desde fechas inexactas entre 1944 y 1948.
[5]Como reconocimiento a su labor como maestra revolucionaria, feminista militante, líder sufragista, teórica de la Doctrina Carranza, el presidente Adolfo Ruiz Cortines le otorga el nombramiento honorario "la primera mujer congresista".
[…] A la aptitud para la función del voto, llegará la mujer ejercitándola por etapas, comenzando por las elecciones municipales como dice Martínez Sierra».
[43] Sin embargo, Valles Ruiz habla al respecto en su libro biográfico de Galindo: