Guerra entre Perú y Bolivia

El Ejército de Bolivia, al mando del general José Ballivián, pasó a la ofensiva y ocupó las provincias peruanas de Puno, Tarapacá, Tacna, Arica y por muy corto tiempo, Moquegua.Después de la estrepitosa caída de la Confederación Perú-Boliviana en 1839, el entonces Presidente del Perú Agustín Gamarra quiso evitar a toda costa que el mariscal boliviano Andrés de Santa Cruz retornara nuevamente a Bolivia y retomara el poder, pues lo veía como un grave peligro para la existencia misma del Perú como república unitaria.[6]​ Hombre honrado, pero de limitados alcances, Velasco tuvo que enfrentar múltiples sublevaciones militares, excitadas principalmente por Santa Cruz.En 1841, en Bolivia se vivía una total anarquía y caos ya que existían tres gobiernos.En Ancoraimes Gamarra respondió a la carta de Ballivián recordándole el pacto entre ambos y que por tal motivo no había razón para detener la invasión.Ese mismo día una multitud tomó por asalto el hospital paceño donde se encontraban los heridos y enfermos del Ejército Peruano, generando más muertos que los producidos hasta ese momento en la contienda.[16]​ Durante la ocupación peruana de La Paz, existieron dos partidos en la población paceña, unos a favor de la ocupación y otros que se negaban a ella, dificultando la colaboración con Ejército peruano.Un grupo de mujeres, en las que se encontrabas la hermana (Josefa) y la madre del presidente Ballivián, entregaron un cargamento de peras a los peruanos, siendo que estas frutas se encontraban contaminadas, provocando una epidemia entre el Ejército peruano.La noche anterior a la batalla había llovido y se hizo muy difícil la disposición adecuada de las tropas peruanas.[18]​ Pero, según el historiador Rubén Vargas Ugarte, esta superioridad numérica del ejército peruano era ficticia, pues descontando los enfermos y desertores, ambas fuerzas estaban prácticamente equilibradas.Se dice que Gamarra, al ver que en el cielo destacaban los colores del arco iris, en tono de presagio dijo: «Si fuera romano aplazaría la batalla, porque miro reflejados en el cielo los colores de Bolivia».[30]​ Todo ello se sumaba al asesinato de muchos soldados peruanos ya rendidos; el resto fue tomado prisionero.[26]​ La victoria dio a Ballivián y al Ejército boliviano la oportunidad de contraatacar e invadir territorio peruano, acercándose al Cuzco y amenazando con buscar la anexión del puerto de Arica.En coordinación con el coronel Manuel Lavayen y el mayor Juan Bautista Ramos, todos ellos levantaron en Tacna tropas de guerrillas conformadas por soldados y campesinos peruanos, los cuales derrotaron a la compañía y unidades del coronel boliviano Manuel Rodríguez Magariños en el combate de los Altos de Chipe.[3]​ Todos esos reveses, así como el temor de que llegaran las tropas regulares peruanas desde el norte, obligaron a las tropas bolivianas a desocupar Tacna, Arica y Tarapacá entre enero y febrero de 1842, replegándose hacia Puno.El plan de Ballivián era avanzar desde allí sobre Cuzco, donde el general Miguel de San Román se hallaba reorganizando al Ejército peruano, pero ese plan no se concretó.Se libraron los combates de Motoni en marzo de 1842 y Orurillo en abril del mismo año, en las que las fuerzas bolivianas fueron derrotadas, viéndose obligadas a emprender su retirada del territorio peruano.Las tropas bolivianas sufrieron las derrotas sucesivas de Arica, Sama, Altos del Chipe, Tarapacá, Motoni y Orurillo.Por lo tanto, pese al gran revés sufrido en Ingavi, el Perú a la larga no salió perjudicado y pudo contener el expansionismo boliviano, con la ayuda más que nada de su pueblo organizado en milicias y montoneras.Bolivia se comprometió además a retirar las injurias contra el Perú escritas en el monumento levantado en Ingavi, y a entregar los restos del presidente Gamarra al Perú.[37]​ Hecha la paz, Bolivia siguió sondeando la posibilidad de anexarse Arica y el sur peruano en general, territorio que era su salida natural al Océano Pacífico.[2]​ No obstante, las disensiones fronterizas entre Bolivia y Perú continuarían a lo largo de décadas.Luego hubo otras tensiones, como la de 1870, azuzada por el presidente boliviano Mariano Melgarejo, enemigo del Perú.
El gran mariscal de Zepita Andrés de Santa Cruz y Calahumana (1792-1865), Protector de la Confederación Perú-Boliviana de 1836 a 1839, luego de su derrota y exilio continuó intrigando para recuperar su poder, siendo ello una de las causas de la guerra.
Cuadro de pintura del joven mariscal de 36 años de edad y Presidente de Bolivia José Ballivián Segurola (1805-1852) junto a sus generales en el campo de batalla , pasando la última revista (inspección) a las tropas del Ejército de Bolivia solo pocos minutos antes del comienzo de la terrible batalla de Ingavi en donde se enfrentaron sangrientamente peruanos y bolivianos.
Batalla de Ingavi
Representación alegórica de la batalla de Ingavi y la muerte del presidente peruano Agustín Gamarra. Óleo anónimo del Museo Nacional de Historia de Lima. Sala La República.
Presidente de Bolivia José Ballivián Segurola (1805-1852), a sus 36 años de edad, lideró personalmente a las tropas del Ejército de Bolivia durante la Batalla de Ingavi.
Presidente del Perú Agustín Gamarra Mesía (1785-1841), a sus 56 años de edad, lideró personalmente a las tropas del Ejército del Perú durante la Batalla de Ingavi.
El presidente del Perú, señor Manuel Menéndez , sucesor de Gamarra, decidió continuar la guerra contra Bolivia, pese al revés de Ingavi.