Australia tiene una superficie de 7692.024 km², lo que la convierte en un auténtico continente y el sexto país más grande del mundo.
Esta unidad de la masa provoca un clima húmedo en la costa y propicio para el crecimiento de las plantas pero a la vez las zonas interiores sufren un clima desértico donde sólo sobreviven pequeños matorrales.
La lluvia es altamente variable, con frecuentes sequías, causadas, entre otros factores, en parte por la oscilación del sur El Niño.
Aquella lluvia produce la humedad del suelo necesaria para los cultivos de secano.
Según la teoría de la deriva continental, durante el Cretácico, Australia formaba parte de Gondwana, un gran continente al que se le unen África, Sudamérica, Indostán y la Antártida.
La cada vez menos exposición del continente a las corrientes circumpolares antárticas imposibilitó las precipitaciones y calentó la tierra creando un hábitat más árido.
Australia, que por entonces estaba cubierto enteramente por selva, dio paso a grandes desiertos que, sumados al aislamiento, crearon una flora cada vez más compleja y adaptada al medio.
[4] Esto es, se incendia un área arbolada con la ayuda de antorchas para su posterior cultivo.
En parte, la gran expansión del eucalipto por Australia es gracias a los incendios, intencionados o naturales.
Los pioneros en estudiar la flora australiana fueron los botánicos Joseph Banks (Londres, 1743-1820), Herman Spöring Jr.
(Turku, 1733- Yakarta, 1771) y Daniel Solander (Piteå, 1733- Londres, 1822), que viajaron a bordo del HMB Endeavour con el explorador británico James Cook.
Fue en esta bahía donde se realizó la primera documentación científica de flora y fauna.
Posteriormente, muchos botánicos europeos realizaron viajes a Australia, como Robert Brown, que entre 1801 y 1803 catalogó 2040 especies y las publicó en su libro Prodromus Florae Novae Hollandiae et Insulae Van Diemen (1810).
En 1981, el ministerio de medio ambiente australiano (Department of Environment) puso en marcha el proyecto Flora of Australia para reunir en un mismo catálogo las especies de plantas descubiertas.
[8] Posteriormente, se realizaron cambios puntuales pero siguiendo el mismo esquema base.
Es el caso del historiador y naturalista británico R. H. Groves (1994)[9] o la institución gubernamental australiana Natural Heritage Trust, que divide la flora australiana hasta en treinta grupos de vegetación y sesenta-y-siete subgrupos (2001).
En cambio, los bosques del sudeste han sido reducidos a zonas montañosas.
La mayoría están protegidas, como los parques nacionales de la Isla Norfolk, Wooroonooran, Girringun, Conondale, Montes de Hierro o quizá el más representativo, el parque Daintree (todos ellos en Queensland).
En ambos bosques todos los árboles son de tipo perenne, a excepción del Nothofagus gunnii.
El bioma se completa con helechos, hongos, epifitas y palmas de todo tipo.
Se completa con un sotobosque formado por algunos helechos, hierbas, musgos y líquenes, al igual que en la selva, en las zonas más húmedas, y arbustos esclerófilos en las zonas más secas.
La maquia (conocida popularmente en inglés australiano como mallee) son arbustos de dos a diez metros.
[16] El Estado del Consejo de Medio Ambiente en 1996 consideraron que las reservas se establecieron sólo en zonas económicamente poco importantes.
Diferentes movimientos ecologistas importantes del país promueven la conservación y protección de la flora australiana.
Debido a que continuamente se descubren nuevas especies, los números pueden variar.