Los romanos la citaban para señalar fiestas y días de descanso, pero no era descanso referente del trabajo, sino de todo acto civil para dedicarse al culto religioso (vacare diis) y festejos que se celebraban.
[9] Hay unas cuantas más iniciadas en el mismo siglo (Sahagún, Palencia, Madrid, Cuenca, Cáceres, etc.).
En Andalucía fueron los de Huelva, Cádiz, Vejer, Sevilla y Jerez los que se crearon.
Ya al siguiente año los comerciantes solicitaban al ayuntamiento una mayor presencia policial porque “los sevillanos y sevillanas, con sus cantes y bailes, dificultaban la realización de los tratos”[22] Este origen como fundación real provoca que el recinto se conozca como Real de la Feria.
Desde su creación, la feria tuvo un marcado carácter mercantil ganadero y agrícola.
[29] En 1859 la feria ya destinaba más espacio a la fiesta que al mercado.
[30] Durante la segunda mitad del siglo XIX hubo diversas exposiciones y ferias comerciales locales que le restaron exclusividad mercantil a la Feria de Abril.
[31] Por ello, a partir de comienzos del siglo XX la feria fue centrándose en el festejo.
[34] El primer cartel de la feria fue realizado en 1890 por el pintor García Ramos, que donó al Ayuntamiento.
En la actualidad, el terreno ha sido ampliado hasta los 275 000 metros cuadrados y alberga más de mil casetas.
[19] En 1913 el Ayuntamiento aumentó la duración a cuatro días[43] y, en 1952, se estableció en seis.
[44] Tradicionalmente, ha habido al menos una semana de separación entre la Semana Santa y la Feria de Sevilla, provocando en algunos casos excepcionales que se celebrase total o parcialmente en mayo.
Con esa modificación, el calendario de la fiesta ganó dos días en su inicio y perdía uno en su final.
En la correspondiente al año 1849 el Ayuntamiento montó la primera caseta tal como se entiende el término ahora.
Con el transcurso de los años, familias y algunas instituciones quisieron disfrutar más tiempo de ese espacio que se aventuraba anual, eso hizo que el número de casetas fuese en aumento, cada cual la adornaba a su antojo quedando todo muy pintoresco, adquiriendo formas morunas, circulares, militares... Fue en el año 1919 cuando se consiguió cierta uniformidad en el estilo, basándose en un diseño realizado por el pintor Gustavo Bacarisas.
[51] En la actualidad el número de casetas que conforman la Feria asciende a 1040.
Sin embargo, las casetas de entidades públicas (como la del Ayuntamiento de Sevilla y los distritos) o las entidades privadas con fines sociales y políticos (como partidos, sindicatos, etcétera) suelen permitir la entrada libre.
Para el almuerzo es costumbre que en cada caseta se prepare un “guiso” del día como las papas con chocos, los garbanzos con bacalao, la caldereta, y otras comidas típicas de Andalucía.
Los buñuelos o los churros, llamados en Sevilla «calentitos», acompañados de chocolate caliente son también típicos en la feria.
En la feria, además de comida, también se sirven refrescos y bebidas alcohólicas.
[66] El traje corto también es utilizado en algunas ocasiones por los artistas del flamenco y es frecuente en los grupos rocieros de sevillanas.
Proviene del contacto de la seguidilla castellano-manchega con la soleá, los fandangos y otros estilos.
Desde el principio de su existencia el público se trasladaba a la Feria en calesas y jardineras para negociar con el ganado.
El presente no hace distinción entre unos y otros, siendo arrastrados los carruajes tanto por mulos como por caballos indistintamente, durante la década de 1970 se produjo un descenso del número de coches por diferentes razones, esto influyó en los distintos gremios del sector (guarnicioneros, herradores, carroceros, carpinteros, etc.), quedando muy pocos en activo en estos momentos.
Los espectáculos taurinos han estado unidos a la celebración de la feria desde el comienzo.
[73] Cuando anochece, las calles del Real se iluminan con los farolillos sevillanos con los adornos de bombillas.
También permanecen abiertos los puestos de comida, que además suelen vender churros con chocolate al amanecer.
En este plan se incluye una limpieza que empieza a realizarse tras la hora habitual del apagado.