[9] Las causas de los trastornos alimenticios no están claras, aunque tanto factores biológicos como ambientales parecen influir.
[7] Algunos trastornos como la pica y el síndrome de rumiación ocurren con mayor frecuencia en personas con discapacidad intelectual.
Muchos son enviados a casa semanas antes de la estadía recomendada y no reciben el tratamiento necesario.
[10] Cuando las personas experimentan comorbilidad con un trastorno alimenticio y TOC, ciertos aspectos del tratamiento pueden verse afectados negativamente.
Un mes después, en París, Charles Lasègue hacía lo propio bautizando el trastorno en cuestión como anorexia histérica, calificativo que ya empezaba a constituirse en la tradición francesa.
No obstante es conveniente recordar que algunos años antes, hacia 1860, otro médico francés (Marcé) ya se refería a este peculiar trastorno como delirio hipocondríaco.
En los últimos 40 años la anorexia nerviosa adquirió entidad propia y diferenciada, etapa en la cual fueron importantes los escritos de Hilde Bruch.
[21] En México se han llevado a cabo diversos estudios para detectar dichas manifestaciones conductuales.
Una vez que se inicia otra sobreingesta, disminuye la ansiedad, el estado de ánimo mejora, el individuo reconoce que el patrón alimenticio no es correcto y se siente culpable por la falta de control; aun así, la persona con este trastorno continúa con este comportamiento, aun sabiendo que le causa daño a su cuerpo y salud.
Las principales víctimas de este trastorno son las mujeres, sobre todo las jóvenes, quienes en ocasiones pueden verse afectadas por situaciones sociales tales como las redes sociales, en las que pueden adquirir un estándar como el de determinadas modelos, actrices, etc.
La vigorexia es un trastorno caracterizado por la preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal (dismorfofobia) que puede presentar dos manifestaciones: la extrema actividad del deporte o, la ingesta compulsiva para subir de peso ante la percepción de estar aún demasiado delgado.
Además del abuso de bebidas alcohólicas, la ebriorexia se conjuga con otras conductas dañinas como realizar “atracones”, para luego provocarse el vómito.
Estas conductas alimenticias pueden o no alterarse voluntariamente, esto está sujeto a factores internos y externos como el nivel de autoestima, presiones familiares, frustración por tener sobrepeso, comparación constante con alguien cercano por parte de un familiar u amigo, etc.
Por un lado, determinados pacientes no tienen conciencia de la importancia de seguir estrictamente la dieta y siguen consumiendo por diversos motivos los alimentos que desencadenan sus síntomas, como por ejemplo para perder peso, tal como se ha documentado en algunos pacientes con enfermedad celíaca, síndrome del intestino irritable o enfermedad inflamatoria intestinal.
La burla puede no ser siempre cruel, sino una mera demostración de confianza manifestada, por ejemplo, mediante apodos.
Sin embargo, la distinción puede generar culpas e inseguridades muy grandes en el niño, y predisponerlo a la aparición de enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, entre otras.
Por otra parte, las personas que padecen del trastorno obsesivo-compulsivo suelen ser propensas a desarrollar anorexia o vigorexia.
Las obsesiones son imágenes, pensamientos o ideas mentales recurrentes o persistentes que pueden resultar en comportamiento compulsivo (rutinas repetitivas, rígidas y auto prescritas cuyo propósito es prevenir la manifestación de la obsesión), el cual puede desembocar en la aparición de un trastorno alimenticio.
La anorexia pospone la pubertad, permitiéndoles a las atletas mujeres jóvenes retener una figura muscular aniñada sin la acumulación normal de tejidos grasos en los senos y las caderas que podría mitigar su estímulo competitivo.
Algunos son inclusive abusivos si sus atletas sobrepasan el peso límite y los castigan o humillan enfrente de los miembros del equipo.
De todas formas una vez que la anorexia está en marcha, los conflictos familiares cobran gran importancia.
Aceptar y mantener vigentes los prejuicios, por pequeños e insignificantes que sean, puede favorecer al desarrollo de una psicopatología.
Los factores socioculturales predisponentes que podrían influir e incluso desencadenar el curso de la enfermedad son, en general, la presión y los estereotipos sociales.
Las personas que sufren de desórdenes alimenticios encontraron en el concepto expuesto una solución “mágica” para todo: adelgazar.
Se considera como ideal el cuerpo esbelto, y hay una creencia de que la gordura es mala.
Otra manifestación clave y evidente del rechazo social al obeso se da en el mundo laboral.
Emplean eslóganes como “Si no sos delgada, no sos linda”; “Ser delgada es mejor en este mundo que ser gorda”; “Ser delgada es más importante que estar sana”; “No te olvides de contar las calorías para comer sin temor a la culpa”; “El agua es suficiente para sobrevivir”, e instan a los jóvenes en general a dejar de comer para perder peso.
La calidad de la evidencia incluida, sin embargo, es débil, por lo que estos resultados deben interpretarse con cautela.
[30] Los trastornos de la alimentación son enfermedades psicológicas y médicas que pueden afectar negativamente la salud reproductiva.
Sin embargo, en general, cuando las personas dejan de restringir la ingesta calórica, las menstruaciones se normalizan y hasta pueden llegar a lograr un embarazo espontáneo.