Ocupa una superficie de 64 hectáreas, tras haber sido su extensión mucho mayor en el pasado.
Estas galerías todavía existen, pudiéndose ver los capirotes de piedra que indican el recorrido subterráneo del agua.
Para ser admitido el padre debía haber pagado a la Asociación una cuota en vida.
En 1910 es inaugurado como centro educativo, actividad que salvo durante la guerra civil española y posterior reconstrucción ha seguido desarrollando hasta nuestros días.
Proyectada en 1914 como escuela al aire libre se construyen 6 pabellones con capacidad para 216 alumnos.
El resto sigue dedicado a la enseñanza como colegio público de infantil y primaria.
El suelo está sometido a una fuerte erosión, es frecuente encontrar regueros y acarcavamientos sobre todo en las zonas de poca vegetación.
En tiempos pasados estaba surcada por varios arroyos que ya no existen debido al cambio climático y al gasto de agua, pero que han dado nombre a numerosas calles.
[9] Además de la ya citada encina, se halla otro árbol superviviente del bosque mediterráneo, el alcornoque.
También hay almendros, sobre todo amargos, y acacias cerca de la calle Francos Rodríguez.
En las vaguadas húmedas aparecen chopos, sauces, fresnos y olmos, estos últimos muy agredidos por la grafiosis.
En las zonas ajardinadas se encuentran múltiples cipreses junto a mimosas, eucaliptos, cedros, laureles y ciruelos de Pissard.
Paseos en bici o a pie ofrecen los numerosos caminos que se entrecruzan por la dehesa.
En varias ocasiones el vecindario ha tenido que organizarse para proteger este espacio de la especulación y el desarrollo urbanístico.
En 2004 la antigua carretera que atravesaba la Dehesa de la Villa se cierra al tráfico sustituyendo el asfalto por un paseo arbolado para bicicletas y peatones.