[1] En el año 1085 con la expulsión del islam, se establece una nueva organización territorial, política y social.
Madrid casi en su totalidad (como lo conocemos hoy) se integraba dentro de la llamada Extremadura castellana con la villa de Madrid y unas 100 aldeas aproximadamente.
El vecindario, tanto hombres como mujeres, ejercían la soberanía, aprobaban leyes según la costumbre, redactaban instrumentos jurídicos, designaban los oficios y magistraturas concejiles anuales, controlaban las cuentas, imponían sanciones, acordaban el manejo de la economía comunal, fijaban los tributos y prestaciones.
En el concejo abierto se designaba al adalid y se podía, llegado el caso, declarar la guerra o firmar la paz.
El poder real se había ido apropiando de los bienes y propiedades comunales que culmina en toda la península con las desamortizaciones en el siglo XIX.