Durante su reinado se produjo la independencia del Congo (en 1960), Ruanda y Burundi (en 1962) que puso fin al estatus de Bélgica como potencia colonial.
En 1990 el Parlamento, en acuerdo con el Gobierno, aprobó una ley propuesta por Roger Lallemand y Lucienne Herman-Michielsens, que ampliaba los supuestos legales del aborto.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el afianzamiento de los principios democráticos hicieron que nunca un monarca pudiera rehusar su sanción, cayendo en desuso las facultades del rey para vetarlas.
Fue el gobierno el que decidió recurrir al artículo 82 de la Constitución, pero esa decisión fue aceptada por el rey.
El pontífice destacó la valentía del monarca por oponerse a la ley que despenaliza el aborto en 1990, calificando dicha legislación como "asesina".