Al llegar el día se inició la maniobra y el buque empezó a moverse, pero cuando había recorrido apenas 20 metros se detuvo, quedando en una situación en que «la popa sobresale unos 36 metros fuera de la grada» Ante la situación del buque, el peligro para su estructura y la imposibilidad de botarlo por el momento, se tomó la decisión de colocar flotadores por la popa, para que sobre ellos pudiese quedar sujeto el buque en la bajamar y no tener movimientos.
Y cuando, finalmente, apareció flotando en el mar, pasó a ser «el espontáneo».
En este último puerto, se unieron a la escuadra el Extremadura y el destructor Audaz.
Poco después, la escuadra, con la excepción del cañonero Álvaro de Bazán, zarpó con rumbo a Cádiz.
El 30 de julio zarpó desde San Sebastián con destino Cowes, en la isla de Wight, para escoltar al yate real Giralda, en la visita que los Reyes realizaron a este puerto.
En los meses siguientes varios buques de guerra españoles fondearon en este puerto, ante los sucesos que se desarrollaban en Marruecos.
El 8 de abril de 1907, formó parte de la escolta del rey Alfonso XIII, durante la cumbre real celebrada en el mar frente a Cartagena, entre el rey español y el británico Eduardo VII[8] En el puerto cartagenero fondearon además del Princesa de Asturias, el Numancia, el Extremadura, el Infanta Isabel, el Lepanto, el yate real Giralda y los torpederos Ordóñez y Acevedo.
El 18 se encuentra frente a la capital, no pudiendo fondear debido a un fuerte temporal y por tanto los pliegos que el comandante del buque llevaba, no pudieron ser entregados.
Las instrucciones más importantes al representante español, le son dadas a través del telégrafo de banderas.
El 28 la embajada española embarca en el crucero, fondeando este, al día siguiente en Tánger.
El 2 de febrero el Princesa desembarca a la embajada española en Cádiz y sin apenas tiempo para, zarpó el día 3 con destino Lisboa, ya que día 1, el rey de Portugal y el Príncipe Heredero, habían sido asesinados en un atentado terrorista.
Dos días después, cruzan el estrecho de Gibraltar para vigilar las costas.
Los cruceros Princesa de Asturias, Carlos V, Extremadura, el acorazado guardacostas Numancia, los cañoneros Pinzón y General Concha, el destructor Osado y el transporte Almirante Lobo reciben órdenes de operar en apoyo del ejército.
Entre tanto, dos lanchas artilladas con cañones Vickers y Maxim de tiro rápido, del Princesa de Asturias y un bote automóvil del Carlos V son destinados a la Mar Chica.
En octubre de 1910, junto con el Numancia, estuvo en Lisboa, ante la preocupación que causada por la revolución portuguesa que derrocó a Manuel II de Portugal e instauró la república.
En los días siguientes se practican diversos ejercicios de desembarco.
El 21 zarpa con destino Cartagena para reparar fondos y tomar carbón.
En los días sucesivos el crucero continuaría dando apoyo al ejército, hasta finales de año, en que se encontraba fondeado en Cartagena.
En julio, escolta junto con el Cataluña y el Carlos V al yate Giralda en la visita que el rey realiza por la costa cantábrica.
El 5 de septiembre entró en Ferrol procedente de Gijón, llevando a remolque al destructor Terror, que con todas sus calderas inutilizadas, se encontraba totalmente incapacitado para navegar.
A mediados de mayo el crucero zarparía con rumbo a Estambul, en relevo del crucero Reina Regente, integrado en una escuadra internacional, con la misión de proteger a los súbditos españoles establecidos en Turquía, donde el estallido de la guerra greco-turca había creado fuertes tensiones.
Finalizados los actos, se dispuso que la escuadra pusiese rumbo a África, con la excepción del Carlos V y el España.
Ese mismo día, otros 17 tripulantes del buque portugués Emilia tras ser hundido su barco por un submarino alemán, fueron recogidos por una falúa, que les condujo al Princesa de Asturias, donde fueron atendidos y socorridos.
Una vez finalizada la contienda mundial, el Princesa de Asturias, continuó navegando asiduamente por las costas africanas.