[5] La opresión al pueblo croata y la negación de una nación reconocida internacionalmente fue el principal factor que los llevó a embarcarse en una emigración constante.
[13] Manuel Bulnes, presidente chileno entre 1841 y 1851, tuvo noticias sobre la existencia de «muchos extranjeros que decían haber pertenecido al imperio austrohúngaro pero que no hablaban alemán» y decidió darles la ciudadanía chilena.
[8] Hoy en día muy pocos mantienen el idioma croata pero sí la pertenencia y la denominación.
[12] Como Croacia no existía como país, los inmigrantes fundaron instituciones bajo el seudónimo de «eslavo».
Este hecho fue común en todo Chile, donde las ideas yugoslavizantes influyeron notablemente entre los inmigrantes croatas, sobre todo después de 1916, fecha del Primer Congreso de los Eslavos del Sur en Antofagasta.
[7] En cuanto a la religión, actualmente en Chile no hay ninguna misión católica greco-croata.
Por otro lado, en el norte de Chile se dedicaron a la explotación del salitre.
[5][3] La mayor parte de los inmigrantes croatas en el Norte Grande se dedicaron a las actividades relacionadas con la industria del salitre y el comercio, como el abastecimiento alimentario e insumos.
Alcanzó rápidamente altos cargos en el ferrocarril salitrero y en el negocio del abastecimiento de alimentos.
Trabajaban en las estancias, buscaban oro, construían barcos y abrían los primeros astilleros de la región.
En la actualidad, en la región magallánica, se destacan apellidos croatas como: Simunovic, Brzovic, Tomasevic, Depolo, Jordan, Kusanovic, Turina, Mimica, Marusic, Bonacic-Doric, Domic, Goic, Mladineo y Haracic.
[7] En Punta Arenas y Porvenir hubo inmigrantes croatas asentados en estancias ganaderas.
Tras el fin de la fiebre de oro en Tierra del Fuego, los croatas magallánicos se emplearon como obreros portuarios, pescadores, pequeños comerciantes, empleados, constructores, hosteleros o ganaderos, entre otros.