Las macromoléculas dentro del cuerpo pueden ser divididas en cuatro principales subcategorías, cada una de las cuales están envueltas en diferentes procesos biológicos: proteínas, carbohidratos, lípidos y ácidos nucléicos.
Por esta razón, únicamente las proteínas, los carbohidratos y los ácidos nucleicos se consideran macromoléculas biológicas con cadenas principales poliméricas.
Por ejemplo, en las siliconas, la cadena principal es muy flexible, lo que resulta en una Tg muy baja de -123 °C.
[5] Los polímeros con cadenas rígidas son más propensos a la cristalización (como los politiofenos) en capas finas y en solución.
[6] Hay algunas semejanzas y muchas diferencias inherentes a las características de las cadenas biopoliméricas.
Esto se debe a que las diferencias químicas entre los nucleótidos y los péptidos determinan sus diversas funciones biológicas mientras que los carbohidratos sólo cumplen la función general de almacenar y entregar energía.
[9] Los ribosomas tienen actividad enzimática que dirige la reacción de condensación formando el enlace peptídico entre cada aminoácido sucesivo.
En una proyección de Fischer, si el enlace glucosídico se encuentra del mismo lado o cara que el carbono 6 de un monosacárido biológicamente común, el carbohidrato es nombrado beta, mientras que si está del lado opuesto se denomina alfa.
Están hechas de monómeros llamados nucleótidos, que consisten en una base orgánica: Adenina (A), Guanina (G), Citosina (C) y Tirosina (T) o Uracilo (U), una azúcar pentosa y un grupo fosfato.
Tienen cadenas principales en las cuales el tercer carbono de la ribosa está conectado al grupo fosfato por un enlace fosfodiéster.
En estas reacciones enzimáticas, todos los nucleótidos involucrados tienen una ribosa trifosforilada, la cual pierde un grupo pirofosfato para formar el enlace fosfodiéster.
Esto crea una doble hélice con cadenas de pentosa-fosfato en cada lado formando una estructura secundaria.