[9] Esto fue animado porque las guerras civiles argentinas debilitaron las defensas fronterizas rioplatenses, facilitando el abigeato,[10] una problema crónico en la región.
[nota 3] En 1810, un gran grupo de huilliches emigró a las Salinas Grandes, convirtiéndose en los chadiches (salineros).
[17] En 1835, Calfucurá masacró a los caciques vorogas en una reunión comercial y se apoderó de las Salinas Grandes.
[21] Derrotados abajinos y vorogas, la única amenaza a la hegemonía de Calfucurá la representaban los arribanos (wenteches), por lo que de inmediato decidió aliarse con su cabecilla,[22] Juan Maguin Hueno, quien deseaba unificar la Araucanía bajo su mando, aunque jamás lo logró plenamente.
[29] Como jefe indiscutible de los arribanos,[30] Quilapán cruzó varias veces a las pampas para aportar guerreros a su alianza con Calfucurá,[31] quien desde los años 1840, Calfucurá creó un sistema de alianzas que le permitió mantener la hegemonía sobre las pampas.
Sin embargo, en mayo siguiente los jefes pampas (tehuelches) Manuel Grande, Calfuquir (Calfucir) y Gervasio Chipitruz se alzaron contra Catriel, por lo que Elías atacó las tolderías, capturando ganado y familias que fueron incorporadas al grupo de Catriel.
[53] Para enfrentar estas incursiones, se debían reunir pequeños núcleos de soldados profesionales a los que se sumaban indios amigos, la reserva de guardias nacionales y vecinos que querían defender sus vidas, familias y propiedades.
[3] Ninguno tenía fusiles Remington, 270 eran infantes armados con carabinas Merrol a fulminante y 50 jinetes con otras carabinas; la variedad de armamento era patente incluso en el ejército profesional por las diversas compras hechas en los años previos.
[57] Entre ambos oficiales movilizaron a 295 o 300 milicianos criollos para la expedición,[3] dos tercios reunidos por Rivas,[56] que se concentraron en el ala izquierda (más algunos guardias nacionales en la reserva).
[57] Sin embargo, la mayoría de la tropa eran indios aliados, tanto que Zeballos denomina a la división «casi salvaje»,[58] 800 ranqueles aportados por el Cacique General Cipriano Catriel[4] (apodados catrieleros)[59] y 200 vorogas por Ignacio Coliqueo.
[65] En un informe[nota 7] del coronel Nicolás Levalle, las tribus de las Pampas sumaban 5260 lanzas en 1877, aunque el militar los agrupa en tres grupos según su cabecilla: Namuncurá, Renquecurá y Catriel.
Catriel y los soldados de línea los decapitaron, advirtiendo a los demás que no podían desertar.
[3] Después, hizo desmontar a parte de sus guerreros[95] y les ordenó luchar a pie para demostrar su valor,[3] aunque probablemente lo hizo para aprovechar sus mejores caballadas en atacar los flancos del enemigo.
[93] Unidades El combate comenzó cuando, al toque de un clarín, Calfucurá ordenó a sus jinetes cargar contra Obando y Boerr[95] entre estruendosos gritos que asustaron a los caballos de los argentinos.
[2] Sus indios se habían acostumbrado a dejar que sus enemigos hicieran una primera descarga con sus fusiles y carabinas antes de abalanzarse sobre ellos mientras recargaban.
[96] A pesar de las descargas, los indios llegaron a la línea aliada[95] y vino un feroz choque con lanzas, sables, cuchillos y boleadoras,[96] lo que indica que las armas de fuego no fueron decisivas según Rosendo Fraga.
[96] En el ala derecha, Catriel tenía 600 infantes y 400 jinetes con quienes logró rechazar la primera carga enemiga, pero al ver que parte de sus catrieleros se dispersaban les gritaba para que volvieran al combate.
[6] Entonces comenzó la desbandada del desmoralizado ejército indígena, que es perseguido por 70 kilómetros hasta que agotamiento de la caballada argentina, la sed, el calor y el polvo obliguen a los vencedores a parar, aunque para entonces su enemigo estaba totalmente disperso.
[7] Sin embargo, la persecución de los argentinos no pudo ser eficiente y Calfucurá logró internarse en las Salinas Grandes.
[100] Lo que si fue clave es que Rivas y Boerr pudieran unir sus fuerzas, pues ninguno podía enfrentarse a Calfucurá por separado y el primero casi no llega porque su baqueano (guía) era pésimo.
El ala de Boerr hubiera podido intentar formar un cuadro, pero ante tal inferioridad numérica tarde o temprano habría colapsado.
[103] La batalla si fue importante, pues marco el comienzo del fin de la hegemonía militar que ejercían las tribus indómitas sobre varias provincias argentinas,[57] dando nuevos ánimos al gobierno de que podían acabar con esos pueblos.
[110] Frente a esta alianza de sus poderosos hermanos,[111] José contaba con el apoyo de caciques menores que deseaban un gobernante débil para ganar autonomía[112] y como todos contaban con sus propias huestes la guerra civil se hizo casi inevitable.
[114] Manuel era apoyado por Álvaro, mientras que Bernardo por sus hermanos Pereyra Carupancurá, Melicurá, Mariano Carumanquecurá y José Morales Catricurá.
[7] De haber ganado, la frontera argentina meridional habría quedado seriamente debilitada y la rebelión jordanista se hubiera podido expandir,[98] aunque el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento probablemente hubiera preferido concentrarse en acabar con los rebeldes.
Tal situación habría fortalecido a Calfucurá y sus hijos, quienes hubieran podido intervenir con más fuerza para apoyar la revolución de Bartolomé Mitre, quizás logrando que triunfe.
[117] Un gobierno mitrista seguramente hubiera buscando contentar a Calfucurá, acabando con toda voluntad de avanzar la frontera al sur.