La resistencia del interior cesó casi por completo con las dos derrotas de Ricardo López Jordán, en 1871 y 1873.
Era su gobernador Mariano Acosta, autonomista, por lo que allí se daría la batalla electoral decisiva.
Unas semanas más tarde, la legislatura porteña aceptaba las modificaciones de las autoridades electorales a las actas y proclamó la victoria del Partido Autonomista.
Los autonomistas ganaron en casi todas las provincias, menos en Buenos Aires, San Juan y Santiago del Estero.
Tras reunir todos los grupos del ejército, este avanzó hacia el Tuyú (actual General Lavalle), donde desembarcó el general Mitre, que se puso al frente del improvisado pero numeroso ejército.
Sarmiento la refutó por medio de la prensa el mismo día que la recibió.
Tras asegurarse la alianza del gobernador de San Luis, Lindor Quiroga, se dirigió hacia el norte.
En su búsqueda salió el coronel Julio Argentino Roca, con las escasas fuerzas que logró trasladar desde Villa María.
Arredondo ocupó la ciudad, donde aprovisionó generosamente a sus tropas y logró incorporar algunos soldados útiles.
Es que había ido a buscar la alianza del caudillo santiagueño Antonino Taboada.
Fuera por una antipatía personal, o porque no quería dejarle el mando a Arredondo, Taboada le negó toda ayuda.
Por su parte el gobernador Francisco Civit huyó a Chile, y Arredondo ocupó la capital mendocina.
Desde allí siguieron hacia el norte, esquivando a las tropas de Luis María Campos.
En el camino había logrado destruir un campamento del ejército nacional, pero en Montevideo fracasó completamente.
Mientras tanto, Mitre se sacó de encima al cacique Cipriano Catriel y al Coronel Santiago Avendaño; éstos fueron tomados prisioneros por el coronel Lagos y los entregó al hermano de Catriel Juan José Catriel, que los hizo asesinar y asumió el mando de su tribu.
Arias había preparado la estancia, con cercos y zanjas, para resistir un asalto desde cualquier dirección.
Arredondo exigió al gobernador sanjuanino Gómez que se uniera a la revolución.
Ante su negativa, ocupó San Juan el 3 de noviembre y nombró gobernador al unitario Sandalio Echevarría.
Por su parte, Roca lo seguía de lejos, reuniendo todos los refuerzos que podía.
Pese a que se defendieron valientemente, fueron pronto superadas por las leales al gobierno.
[5] Avellaneda fue reconocido universalmente como presidente, y el Partido Autonomista Nacional pudo gobernar sin sobresaltos y mantener de hecho su hegemonía, a pesar de cuatro revoluciones en su contra, hasta 1916.