Poco después estallaba otra en San Luis y el sur de la provincia de Córdoba, dirigida por el general José Miguel Arredondo, que nunca llegó a coordinarse con la primera.
Pese a haber conseguido varios éxitos parciales, sobre todo por deserción de las fuerzas leales, los hombres de Mitre no lograban hacerse fuertes en ninguna ciudad.
Mitre, derrotado, se trasladó a Junín, donde permaneció unos días en la casa de su amigo Narbondo.
Poco después, Arredondo era derrotado y apresado en la batalla de Santa Rosa, con lo que la revolución fracasaba y el gobierno de Avellaneda podía continuar su curso en paz.
La carrera política de Mitre pasó a un franco segundo plano desde entonces, convertido en una especie de leyenda histórica viviente, que distintos grupos usaron para sus propios fines; pero nunca realmente volvió a reunir apoyos personales tan importantes como hasta esa fracasada revolución.