[8] Las tropas juntistas tenían autorización para ese comportamiento, iniciado a finales de 1811, cuando hubo un conflicto entre las juntas formadas en Santiago y Concepción.
[11] Surgen partidas encabezadas por los terratenientes locales, como el comandante de las milicias chillanejas, coronel Clemente Lantaño (1774-1846), y su hermano Ramón.
[19] Acosando a las fuerzas juntistas que asediaban al ejército regular en Chillán, Lantaño y Urréjola juntaron sus partidas, 1200 hombres con cuatro cañones.
[29] Además, muchos partidarios del rey tomaron las armas por iniciativa propia para defender su causa, uniéndose a los soldados fugitivos en el territorio.
[30][70] Un fuerte elemento de religiosidad católica estaba siempre presente, llegando a contar en sus escondites con sacerdotes que oficiaban misa.
[88] Poco después, en septiembre, lo volvieron a intentar con el cacique Martín Toriano (o Toriani) -según se decía, era capaz de levantar hasta 4000 lanzas pehuenches y huilliches principalmente,[89] aunque en realidad eran solo la mitad-.
[95][96] Durante esta fase del conflicto surgirán milicias paramilitares que acompañaran a los regulares en sus incursiones, las patrullas volantes cometerán numerosas masacres auspiciadas por el ejército patriota.
Aparentemente otros comandantes, como Zapata, Fuentes, Godes y Baeza lideraban partidas propias que se fueron sumando a los hermanos.
En esas incursiones, a inicios de noviembre, se da muerte al capitán español Mariano Ferrebú, hermano del famoso sacerdote guerrillero.
[158] Tras la caída del caudillo, las partidas volvieron a la situación anterior, autónomas pero colaborando entre sí,[159] aunque sin manifestar el poder bélico logrado bajo la dirección de Benavides.
Freire creía que la guerra estaba acabada, pero como esperaba Prieto, las guerrillas volverían a la ofensiva con nuevos aires.
[164][165] Le sucedió su hermano Santos, pero pocos meses después este murió ahogado al intentar cruzar el río Los Sauces cuando buscaba refugio con los pehuenches.
Al final, Lantaño no pudo llegar a Epulafquen y tuvo que contentarse guarneciendo la cordillera de Ñuble.
Las aldeas en los valles entre Varvarco y Epulafquen sumaban un total de 6000 habitantes entre cautivos, desertores, bandoleros, perseguidos políticos e indios amigos.
Descrito como un hombre físicamente muy gordo, bondadoso y sinceramente realista, llegó a liderar una aldea de mil seguidores secundado por el penquista Camilo Lermanda.
[213][220] Ya fuera por negociaciones o por las armas, las autoridades nuevas querían que esos migrantes volvieran a repoblar la provincia penquista, cuyas comarcas antes pobladas y ricas estaban por entonces prácticamente desiertas.
[235] El más numeroso son los vorogas,[236] quienes empiezan a cruzar los Andes en 1819 y se pasan los siguiente seis años en conflictos con Buenos Aires.
[242][244][245][246][247] Esto significó una gran presión demográfica sobre las tribus pampinas, desatando una feroz lucha por las tierras de pastoreo e intensificando los malones.
[222] Después de esa campaña, Toriano y el capitán Antonio Zúñiga con 100 monárquicos se presentan en Bahía Blanca para firmar la paz.
Los oasis de la pampa seca, las lagunas saladas y algunas zonas del territorio ranquel se volvieron refugios ferozmente disputados.
[292] Con esto Rosas iniciaba su carrera como manipulador en las relaciones intertribales de las pampas mediante regalos, promesas, pactos, amenazas y espionaje.
En ambas ocasiones habían aprovechado el colapso del gobierno central y la guerra civil para atacar las provincias chilenas que además de autogobernarse debían autodefenderse.
Zúñiga logró que José Antonio Pincheira se dirijera con sus fuerzas a Chillán para entregarse el 11 de marzo.
[316] Después de que los baluartes virreinales cayeran, la guerra quedó decidida y, sin embargo, algunas comarcas siguieron fieles al gobierno español por largo tiempo.
[317] Algunas regiones, como Cuba o Puerto Rico, consiguieron mantenerse en calma, cuyas élites apoyaron a España para evitar una rebelión servil y supieron modernizar las estructuras coloniales ante el rápido proceso de cambio vivido.
Esta campaña estaba planeada originalmente para 1831 y se esperaba hacer junto a tropas chilenas contra los Pincheira pero las guerras civiles lo impidieron.
[349] Chocorí murió en combate y le sucedió su joven hijo Valentín Sayhueque (1818-1903) como jefe de una confederación tribal apodada manzaneros o mamulches.
[361] Los vorogas empezaran a ser llamados chadiches o salineros, uniéndoseles araucanos, huilliches y tehuelches hasta formar una heterogénea confederación.
[363] El único jefe voroga sobreviviente, Ignacio Coliqueo (1786-1871), huyó con Yanquetruz y después volvió a Boroa, lanzando malones en las pampas.
Coñoepán atacó a Calfucurá en 1836, pero sin tener apoyo de Rosas, fue arrestado por los porteños y murió en prisión ese mismo año.