Durante el año siguiente se halló a las órdenes del general García en todas las acciones que dio este señor, y en la batalla de Huesca ganó el empleo de teniente; peleó luego en Barbastro y Guisona (donde fue nuevamente herido) y en la toma de Torrecilla.
[4] Pidió y obtuvo su retiro para Madrid en 1870 y, de acuerdo con la prensa liberal, permanecería en la capital hasta 1873, en que desapareció por hallarse complicado en causa formada por conspiración carlista en Valladolid, desertando del Ejército para pasarse a sus antiguas banderas.
[1] Sin embargo, según Francisco de Paula Oller, en 1869 Lizárraga ya se habría presentado a Don Carlos de Borbón y Austria-Este, quien lo nombraría coronel, y en 1872 participó en el nuevo alzamiento carlista a las inmediatas órdenes del general Carasa.
Asistió a su lado al ataque de Ibero; se separó de él en Echauri para tomar la ofensiva en Guipúzcoa y dirigió con tal inteligencia las operaciones de esta provincia, que en 15 días redujo a 10 los 37 pueblos armados y fortificados que en ella tenían los liberales, y organizó dos batallones más.
[8] El 6 de diciembre se encargó interinamente el general Lizárraga del mando en jefe del Ejército del Centro; tomando inmediatamente las convenientes medidas para proveer de buen armamento a sus fuerzas y regularizar la administración; mas no descuidando por ello las operaciones militares, encargó al brigadier Vallés recorriera las provincias de Guadalajara y Cuenca; al brigadier Gamundi que hiciera expediciones a Calatayud y Daroca; y él recorrió con la brigada Cucala el Maestrazgo y Valencia.
[10] Canjeado Lizárraga, se presentó inmediatamente a Don Carlos, y tomó parte en las últimas operaciones, distinguiéndose en la defensa de Estella.
Ferviente católico, el general Lizárraga fallecería en Roma al año siguiente.
Estando postergado en Ulldecona, Lizárraga habría dicho personalmente a Fontcuberta: