En 1962, Nikita Jruschov, empeñado en distanciarse poco a poco del estalinismo, dio su venia a Aleksandr Tvardovski para que apareciera en Novy Mir, revista literaria de mayor difusión del país; el relato denuncia la vida de los condenados en el Gulag y se convirtió en un best seller.Lo hizo el poeta Aleksandr Tvardovski en la revista literaria que dirigía, la más importante de su país, Novy Mir (Nuevo Mundo), y le procuró una gran popularidad en la Unión Soviética y fuera de ella.Pero la apertura duró poco y el autor se pasó los últimos años sesenta en un forcejeo constante para poner a salvo del KGB sus archivos y manuscritos, muchos de ellos difundidos por toda la URSS en samizdat, copias rudimentarias clandestinas.Antes había publicado a duras penas Nunca cometemos errores (1963) y Por el bien de la causa (1964).El galardón del Premio Nobel de Literatura de 1970 acudió en su ayuda; declinó sin embargo, ir a Estocolmo por temor a que las autoridades soviéticas no le permitieran regresar y también, para ultimar su obra más conocida, el monumental Archipiélago Gulag.«Con el corazón oprimido —explicó en la primera página—, durante años me abstuve de publicar este libro, ya terminado.Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído en manos de la Seguridad del Estado, no me queda más remedio que publicarlo inmediatamente».Archipiélago Gulag se publicó primero en Francia (1973) y apareció poco después en otros idiomas.En 1975, viaja a los Estados Unidos para establecerse allí tras publicar la novela-documento Lenin en Zúrich: capítulos, en una casa cerca de Cavendish (Vermont), con su esposa Natasha y sus tres hijos.Sus últimos trabajos son Cómo reorganizar Rusia (1990) y El problema ruso: al final del siglo XX (1992).[3] Proclamaba que Occidente carecía de recursos morales y espirituales para resistirse a su propia decadencia.También el entonces presidente ruso Vladímir Putin rindió homenaje al mayor crítico del régimen comunista.Solzhenitsyn recibiría sepultura al lado de la tumba del famoso historiador ruso Vasili Kliuchevski (1841-1911), como él mismo pidió.En 2005, durante la llamada Revolución naranja en Ucrania y coincidiendo con manifestaciones masivas en Rusia, Solzhenitsyn apareció en la televisión estatal en un gesto que fue visto como un intento del Gobierno ruso por neutralizar las protestas y prevenir un cambio de régimen.Buscó refugio en un pasado de ensueño, donde, creía, un Estado eslavo unido (el Imperio Ruso) construido sobre cimientos ortodoxos había proporcionado una alternativa ideológica al liberalismo individualista occidental».[17] En una entrevista con Joseph Pearce, sin embargo, Solzhenitsyn comentó: "[Los Viejos Creyentes] fueron tratados de una manera increíblemente injusta debido a algunas diferencias muy insignificantes, insignificantes en el ritual, que fueron promovidas con poco criterio y sin mucha base sólida.Debido a estas pequeñas diferencias, fueron perseguidos de muchas maneras crueles, fueron reprimidos, fueron exiliados.En otras palabras, ¿estoy de acuerdo con los Viejos Creyentes en que la religión debería congelarse y no moverse en absoluto?"[18] Cuando Pearce le preguntó su opinión sobre la división dentro de la Iglesia Católica Romana a raíz del Concilio Vaticano II y la Misa de Pablo VI, Solzhenitsyn respondió: "Una pregunta peculiar de la Iglesia Ortodoxa Rusa es: ¿debemos continuar usando el antiguo eslavo eclesiástico o debemos comenzar a introducir más del idioma ruso contemporáneo en el servicio?[20] Solzhenitsyn respondió: "Sin duda, hay muchos límites firmes que no se deben cambiar.Solzhenitsyn sostuvo que tanto los gentiles rusos como los judíos deberían estar preparados para tratar las atrocidades cometidas por los bolcheviques judíos y gentiles como si fueran actos de sus propios familiares, ante sus conciencias y ante Dios.
Solzhenitsyn en 1994 en un tren en
Vladivostok
. Tras veinte años de exilio, el autor pudo regresar a su Rusia natal.