Desde la mayéutica socrática que se iniciaba en la famosa frase «Solo sé que no sé nada» (Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα, hèn oîda hóti oudèn oîda) y la "ironía socrática", hasta la duda hiperbólica cartesiana, la práctica del "pensamiento crítico" ha servido de motor al conocimiento humano y al saber, así como a su desarrollo moral y político siendo indispensable en la educación del ser humano[3][4], motivo por el que Matthew Lipman considera la enseñanza de la filosofía, entendida como medio fundamental en el desarrollo del pensamiento crítico, esencial en la educación[5].
De acuerdo a esto, la meta final de todo pensamiento crítico es que este pueda ser lo suficientemente sólido como para sostenerse por sí mismo en cualquier contexto, siempre y cuando mantenga su relación con el fenómeno implicado.
Con frecuencia ser regularmente objetivo es visto como una actitud fría, sobre todo para quien prefiere guiarse a través de procesos emocionales del tipo: "Tened fe y dejad que vuestros sentimientos os guíen a la verdad" o "No dejes que los hechos o detalles interrumpan el camino hacia una historia interesante".
Linda Elder, de la Fundación para el Pensamiento Crítico, señalan los siete Estándares Intelectuales Universales que deben aplicarse al pensamiento cada vez que se quiera evaluar la calidad del razonamiento sobre un problema, un tema o una situación; pensar críticamente implica dominar estos estándares.
La inteligencia y el conocimiento no implican que se deba tener un razonamiento o pensamiento crítico.
Opiniones y creencias basadas en un razonamiento crítico pueden estar mejor establecidas, si se comparan con otras formuladas a través de procesos menos racionales.
Al mismo tiempo, los buenos pensadores críticos suelen estar mejor equipados para tomar decisiones y resolver problemas, en comparación con quienes carecen de esta habilidad aprendida.
Tener humildad intelectual significa poder ser capaz de dar una oportunidad a las opiniones y nuevas evidencias o argumentos incluso si dichas pruebas o indagaciones llevan a descubrir defectos en las propias creencias (véase el método socrático).
Es decir, no depender o tener miedo a indagar sobre algo que pueda perjudicarlo en demasía.
Es necesario preguntarse si el miedo a represalias o simplemente al qué dirán motiva las propias opiniones o creencias y, si es así, tener la fuerza para al menos temporalmente acallarlas hasta que se tenga la libertad de realizar una objetiva y detallada evaluación de la misma.
Finalmente, se debe tener una natural curiosidad y motivación para avanzar en el propio conocimiento sobre una materia.
Cada día el individuo se ve expuesto a variables que bloquean su habilidad para pensar con claridad, precisión y equidad.
Sin embargo, después de estar armado con la actitud apropiada del primer paso, el pensador crítico tiene ahora que entender cómo reconocer y evitar (al menos mitigar) la máscara de engaño o embaucamiento que se tiene en la vida diaria.
No significa polemizar, reñir o discrepar, incluso aunque la palabra sea usada con frecuencia informalmente en ese contexto.
En el contexto del pensador crítico, un argumento significa presentar una razón que soporte, respalde o apoye una conclusión, es decir:
Un pensador crítico debe aprender a tomar y rescatar los argumentos de la comunicación verbal o escrita.
En otras palabras, un argumento deductivo existe cuando "B" puede inferirse lógica y necesariamente de "A".
Por ejemplo, si se hace la siguiente afirmación: Sin embargo, la mayor parte de los argumentos que es posible encontrar en la vida diaria son inductivos.
Pero un argumento es tan fuerte como lo son las fuentes o datos a los que se refiere.
¿Cómo evitar las especulaciones, distorsiones, comentarios desorientadores, exageraciones en debates, discursos, televisión, radio, periódicos, revistas e Internet y dilucidar cuál es realmente la correcta?
No hay una respuesta simple, un pensador crítico debe buscar fuentes de información que sean creíbles, precisas y sin sesgo.
Algunos libros excelentes para el hombre de la calle son How to lie with statistics por Darrell Huff y Innumeracy: Mathematical illiteracy and its consequences por John Allen Paulos.
Concerniente al primer criterio, puede ser necesario para el pensador crítico realizar investigación independiente para clarificar o verificar que es "conocida como verdadera".
Con respecto al segundo criterio, un pensador crítico normalmente evalúa la sensatez, juicio o sentido común de una suposición en función de tres factores: Si un argumento tiene una asunción no garantizada, injustificada o sin base, y si ésta asunción es necesaria para validar la conclusión del argumento, el pensador crítico tiene un buen motivo para cuestionar la validez del argumento entero.
Así pues, ¿Cómo puede uno evaluar la suficiencia del razonamiento de una evidencia que apoye una conclusión?.
Cuando se evalúan múltiples pruebas, tanto los pro como los contra, ¿Cómo puede uno valorar el peso de la evidencia para determinar si un argumento es convincente?.
Adicionalmente para ser equitativos, a mayor peso que se haya dado a una evidencia (que se contradice con otra), debería también proporcionarse o requerirse mayor número de evidencias en términos de relevancia y suficiencia para validar el argumento.
Como es normalmente improductivo o sin sentido reunir a los argumentadores o debatidores y preguntarles si han omitido datos, el mejor modus operandi del pensador crítico es buscar argumentos que se opongan al tema en cuestión, con lo cual dicha búsqueda revelará con suerte dichas omisiones.
Es muy raro ver a una persona que activamente busca puntos de vista opuestos y los trata seriamente.
Una vez entendidos los cinco pasos anteriores un pensador crítico podría usar adicionalmente una lista rápida para evaluar argumentos importantes.