Para estas unidades culturales[12] no se transmitirían a menos que tuvieran alguna relevancia continua dentro del grupo.El folclore comenzó a distinguirse como una disciplina autónoma durante el período del nacionalismo romántico en Europa.Una figura particular en este desarrollo fue Johann Gottfried von Herder, cuyos escritos en la década de 1770 presentaron las tradiciones orales como procesos orgánicos basados en lo local.Este proceso fue acogido con entusiasmo por naciones más pequeñas como Finlandia, Estonia y Hungría, que buscaban la independencia política de sus vecinos dominantes.El folk del siglo XIX, el grupo social identificado en el término original folklore, se caracterizaba por ser rural, analfabeto y pobre.A medida que un niño se convierte en un individuo, su identidad también aumenta para incluir la edad, el idioma, la etnia, la ocupación, etc. Cada una de estas cohortes tiene su propio folclore, y como señala un folclorista, esto «no es una especulación vana....[11] Este folclore puede incluir chistes, dichos y comportamientos esperados en múltiples variantes, siempre transmitidos de manera informal.Este conocimiento informal se utiliza para confirmar y reforzar la identidad del grupo.Investigadores individuales identificaron grupos folclóricos que previamente habían sido pasados por alto e ignorados.[26] Por necesarias que sean, las clasificaciones de género son engañosas en su simplificación excesiva del área temática.La tradición oral no es una conversación cualquiera, sino palabras y frases que se ajustan a una configuración tradicional reconocida tanto por el orador como por la audiencia.Otro ejemplo es la canción infantil Old MacDonald Had a Farm, donde cada actuación es distinta en los animales nombrados, su orden y sus sonidos.En los últimos dos siglos, esta creencia ha demostrado ser errónea; los folcloristas siguen recopilando información, tanto escrita como oral, de todos los grupos sociales.Algunas variantes pueden haber sido recogidas en colecciones publicadas, pero gran parte de ellas se siguen transmitiendo oralmente y, de hecho, se siguen generando en nuevas formas y variantes a un ritmo alarmante.El género de la cultura material incluye todos los elementos que se pueden tocar, sostener, vivir o comer.Son objetos tangibles, con una presencia física destinada a ser utilizada de forma permanente o solo en la siguiente comida.La mayoría de estos elementos folclóricos son objetos individuales que han sido creados a mano para un propósito específico.Sin embargo, los elementos folclóricos también se pueden producir en masa, como las decoraciones navideñas.El principal significado de estos estudios es el complejo equilibrio entre la continuidad y el cambio tanto en su diseño como en su decoración.Con este objetivo se ha desarrollado el concepto de museo al aire libre, comenzando en Escandinavia a finales del siglo XIX.[37][38] Una costumbre puede ser un solo gesto, como un apretón de manos o un pulgar hacia abajo.Algunas conductas consuetudinarias están destinadas a ser realizadas y entendidas solo dentro del propio grupo.Con un creciente interés popular por las tradiciones populares, estas celebraciones comunitarias son cada vez más numerosas en todo el mundo occidental.Mientras estas muestran la diversidad de su comunidad, los grupos económicos han descubierto que estos desfiles y festivales folclóricos son buenos para los negocios.La infancia es un grupo social donde los niños enseñan, aprenden y comparten sus propias tradiciones, floreciendo en una cultura callejera fuera del ámbito de los adultos.Por ello es interesante que se documente, como demostraron Iona y Peter Opie en su libro Children's Games in Street and Playground.Además, muchos juegos físicos se utilizan para desarrollar la fuerza, la coordinación y la resistencia de los jugadores.[47] Henry Glassie, en su estudio clásico Passing the Time in Ballymenone, hizo una contribución pionera.[48] Guy Beiner ha presentado, más que nadie, estudios en profundidad de la historia popular irlandesa.Estos son recitados a menudo por narradores especialmente dedicados (seanchaithe) y por historiadores populares (staireolaithe).