La visión de Vida Silvestre es “un mundo en el cual el ser humano se desarrolle en armonía con la naturaleza”.
Vida Silvestre posee tres oficinas, ubicadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Puerto Iguazú y Mar del Plata.
Además, cuenta con dos reservas propias: Urugua-í, en Misiones, y San Pablo de Valdés, en Chubut.
Desde el principio se trabajó con la intención de alcanzar paulatinamente resultados tangibles, basados en información científica seria.
El Consejo de Administración, cuyos cargos son: presidente, vicepresidente, tesorero, secretario, vocales, y expresidentes.
En la actualidad, la actividad humana consume más de los recursos que nuestro planeta puede proveernos.
El cambio climático es la consecuencia más visible del uso desmedido que la humanidad hace de los recursos naturales a nivel global.
Dos años después, en 1985, gracias a un equipo coordinado por Vida Silvestre, se creó la reserva ecológica Costanera Sur, el sector más importante para la biodiversidad en la ciudad de Buenos Aires, que protege más de 300 hectáreas.
Ese mismo año, se estableció la Reserva Natural Municipal Punta Rasa, que protege 520 hectáreas de pastizales costeros, gracias a la gestión de Vida Silvestre e investigaciones sobre la importancia del área para las aves migratorias.
En 1990, Vida Silvestre llevó a juicio oral y público el primer caso ambiental contra el comercio ilegal de fauna.
Ese mismo año, Vida Silvestre organizó el Primer Encuentro Internacional sobre Áreas Marinas Protegidas Oceánicas.
En 2006 Vida Silvestre presentó el informe Escenarios Energéticos para la Argentina (2006-2020), donde se estimó que el potencial de reducción para ese período podía ser entre un 30 y un 48% con respecto a las emisiones estimadas para 2020, si se aplicaran políticas para la reducción del consumo.
El informe, que llevó dos años de trabajo, contiene un análisis elaborado por WWF y un escenario presentado por Ecofys, una consultora sobre temas energéticos.
Las etiquetas de eficiencia energética son etiquetas informativas adheridas a los productos, que proporcionan datos a los consumidores para que puedan adquirir estos productos con la información adecuada desde el punto de vista energético.
Hasta el momento, en Argentina el sistema es obligatorio para heladeras, lámparas, lavarropas, acondicionadores de aires, balastos, cocinas y calefones.
Este sistema puede hacerse extensivo a todos los artefactos como motores eléctricos, equipos de gas, casas, automóviles, puertas y ventanas, entre otros.
21 campos que cubren un aproximado de 59.700 hectáreas ya están trabajando con ganadería sustentable según los resultados del programa.
Estas prácticas están disponibles, son conocidas y difundidas tanto por organismos oficiales como privados.
Todas estas cuestiones pueden ser promovidas a través de políticas públicas, que establezcan marcos regulatorios claros y exigibles, así como incentivos adecuados para que la producción sustentable sea además rentable.
Adicionalmente, sobre este tema, WWF lanzó en 2014 el informe “El crecimiento de la soja: impacto y soluciones” que explica el alcance del problema, los factores que lo promueven y cómo a todos nos toca un rol en la implementación de soluciones.
En 1982, los naturalistas más prestigiosos de la Argentina dictaron cursos desde Vida Silvestre, incluyendo a Pablo Canevari, José María Gallardo y Enrique Bucher.
En 1986, se crearon pósteres y guías educativas dedicadas a las distintas regiones naturales del país, primeras en su género.
Ese mismo año, se editó material educativo con Villa del Sur: “Aprendé jugando”.
En 2012 se lanzó en Buenos Aires la Caja Educativa Urbana, que llegó a 1000 escuelas y 4000 alumnos.
Tres años después, gracias a la intervención de Vida Silvestre, esta especie fue declarada Monumento Natural.
En 1997, se lanzó la caja educativa Huemul, con contenidos para concientizar sobre la problemática de esta especie.
En 1986, Vida Silvestre llevó a cabo una liberación de pudúes en el parque nacional Nahuel Huapi.
Ese mismo año, WWF publicó un documento sobre el cambio climático y cómo afecta a las ballenas, que fue difundido por Vida Silvestre.
Según estudios realizados en los últimos años, se estima que en la Selva Paranaense viven unos 80 individuos.
Vida Silvestre apoya a los investigadores proveyendo recursos y difundiendo la problemática de la especie.