Hernando Pizarro
Ello le valió ser sometido a juicio en España, permaneciendo encarcelado durante veinte años en el Castillo de La Mota.Se hallaba en su ciudad natal, en 1529, cuando recibió la visita de Francisco Pizarro, su hermano mayor, que ya era conocido por ser un experimentado “indiano”, es decir, explorador y baqueano en suelo americano.Con apenas veinte jinetes, había regresado con una carga de oro y con el general inca más temido como prisionero.Su hermano Francisco no quiso correr riesgos y pensó bien, con el acuerdo de todos, enviarlo a España a entregar el quinto real perteneciente a la Corona, con el encargo de ilustrar los méritos de los conquistadores españoles y acordar cargos y recompensas por todos los participantes en la empresa.El emperador, sorprendido y entusiasmado por la inesperada empresa de estos lejanos súbditos, estaba más dispuesto que nunca a hacerles honrosas concesiones, sobre todo porque sus donaciones serían satisfechas con los recursos de aquellos remotos territorios.Según los acuerdos alcanzados antes de su partida, él también debería haber defendido la causa de Almagro, pero, sin escrúpulos como era, no dudó en hacer todo lo que estuvo a su alcance para dar ventaja a su hermano Francisco sobre su odiado rival.Hernando, regresado de España y prontamente al Cuzco en 1535, trató de remediar la situación devolviendo al Inca la dignidad comprometida por sus irresponsables hermanos, pero ya era tarde para recuperar la confianza del exasperado soberano.Cuzco quedó aislado y fue sometido a un verdadero asedio por parte de las tropas incaicas.En la feroz lucha Juan Pizarro perdió la vida, junto con muchos de sus compatriotas, pero la ciudad resistió el asedio.Acabado el peligro inca, Hernando fue nombrado teniente de gobernador del Cuzco en 1536, sin embargo, otro peligro se avecinaba: Almagro regresaba de Chile, donde la empresa había resultado un fracaso, y estaba decidido a hacer valer sus derechos.Almagro fue capturado en el Cuzco y encarcelado, siendo condenado a la pena de decapitación.Pese a los ruegos del viejo capitán, Hernando se mantuvo inflexible en hacer cumplir la sentencia.De esta unión tuvo cinco hijos: Francisco, Juan, Gonzalo, Isabel e Inés, cuya descendencia se ha extinguido.Ya muy achacoso y ciego, falleció en 1580, siendo sepultado en la iglesia trujillana de San Francisco.