La gobernación tenía como límite oriental a la línea del Tratado de Tordesillas, la cual para los españoles se hallaba a los 46º 37’O, por lo que se le otorgaba un pequeño trecho de costa en el océano Atlántico.
La real cédula nombraba a Almagro: gobernador, adelantado y capitán general de Nueva Toledo.
El inca les entregó al más alto jefe religioso del imperio, el Villac-Umu y también a su propio hermano menor llamado Paullu Inca (o Pablo Inga) quien sería su guía.
Los preparativos de la expedición fueron realizados con gran celeridad, pues 20 días después del pacto con Pizarro, Almagro se puso en campaña, aunque algunas versiones señalan que salió presuroso por temor a que Pizarro aprovechara la partida de sus hombres para apresarlo.
Almagro salió del Cuzco el 3 de julio de 1535 con 50 hombres y se detuvo en Moina (a 5 leguas al oeste del Cuzco) hasta el 20 de ese mes, detenido por el inesperado arresto del inca Manco Cápac II por Juan Pizarro, acción que le dio problemas.
Pero Almagro y sus hombres siguieron adelante, ya que aún contaban con Paullu Inca como aliado.
Los españoles tuvieron que tomar porteadores a la fuerza para poder transportar los avituallamientos, esto causó más de un conflicto con los naturales.
[2] Sin embargo, Diego Barros Arana en su obra Historia general de Chile (Tomo I) publicada en 1884 dice sin mencionar su fuente:[3]
Las investigaciones arqueológicas descubrieron tambos incaicos de apoyo para estos pasos cordilleranos, como el tambo La Ollita y los de Come Caballos, que hacen suponer que por ellos pasaba el ramal principal del camino del Inca.
Las penurias aumentaron al internarse por ese paisaje helado, inhóspito y silencioso, llegando incluso a detener el avance por falta de ánimos.
Por fin el resto de la columna llegó a Copayapu en abril de 1536, con 240 españoles, 1500 yanaconas, 150 esclavos negros y 112 caballos, entre los negros venía una mujer leal a Almagro llamada Malgarida.
Gonzalo Calvo de Barrientos había sido afrentado por Pizarro haciéndole cortar las orejas y para no exhibir su afrenta se internó hacia el sur del valle de Zama, internándose posteriormente hacia el sur.
Durante su marcha a esa región, el Adelantado tuvo noticias de un barco, el San Pedro que había recalado en la región, (Los Vilos) dirigido por Ruy Díaz y que venía lleno de ropas, armas y víveres para la expedición.
Los naturales le hicieron caso, no se atrevieron a atacarlos y escaparon durante la noche, realizando igual intento el indio Felipillo y varios yanaconas, tomando el camino del norte, pero este último intento no fructificó.
Felipillo fue atrapado y descuartizado con caballos frente al Curaca de la región como escarmiento.
El territorio que el Adelantado esperaba encontrar lleno de riquezas no cumplía ni sus más mínimas expectativas, esto le causó una gran desilusión, por lo que decidió enviar una columna de 70 jinetes y 20 infantes dirigida por Gómez de Alvarado para que explorase el sur del territorio.
Cuando la columna llegó al río Itata, tuvo lugar en Reynogüelén el primer enfrentamiento entre los españoles y los mapuches, en la que la superioridad de las armas y la sorpresa por los caballos permitió una fácil victoria española frente a indios muy guerreros y que se asustaron al ver el hombre montado a caballo como un solo ser.
Almagro al tener estas noticias, sopesó la situación y decidió no proseguir hacia el sur.
Sin oro y con tan belicosos naturales, Almagro sólo pensó en regresar al Perú.
Entre la alternativa de volver a atravesar la cordillera, o dirigirse por el desierto, se decidió por la segunda opción.