Señala Enrique Flórez que fue oidor de la Audiencia Real.
En cargos eclesiásticos, ocupó primero la sede del obispado de Tuy, entre 1390 y 1394.
Esto, unido a la muerte del monarca, permitió que el arzobispo de Santiago de Compostela, Juan García Manrique, se dirigiera a Tuy para asegurarla para la corona y se apoderase del palacio episcopal, intitulándose obispo de esa sede y pidiendo homenaje a los ciudadanos.
El rey se retiró a Ávila, junto con el arzobispo de Santiago y gran parte de la nobleza.
Dejó al capítulo catedralicio una renta para adquirir posesiones, o reparar las que tuvieran, y dejó dotados algunos aniversarios para el descanso perpetuo de su alma.