Respecto a sus obras menores, la de mayor trascendencia es Tratado del Primer Principio.
Sus argumentos giran alrededor de las esencias, los inteligibles y el orden ontológico que se puede establecer entre ellos.
Escoto generalmente se considera realista moderado (en oposición a nominalista)[1][2] en el sentido de que trataba los universales como reales.
Por lo tanto, si el concepto de Dios es pensable y no contradictorio, es posible.
Este concepto puede parecer tan compuesto como "el bien más elevado" o la "primera causa", un ser que es infinito (ilimitado) como su forma intrínseca de existir.
[3][4] Aunque Escoto utilizó el argumento ontológico de San Anselmo, no lo aceptó como una prueba definitiva para la existencia de Dios, ya que los únicos argumentos demostrativos son a posteriori.
Escoto abogó por una distinción formal (distintio formalis a parte rei), que se mantiene entre entidades que son inseparables e indistintas en realidad pero cuyas definiciones no son idénticas.
[6] También hay una distinción formal entre los atributos divinos y los poderes del alma.
Duns Escoto se opuso a la tesis de Aquino, donde la materia en sí misma es puramente potencial.
El «principio de individuación» sostiene que las diferencias particulares se deben a la forma, no la materia.
Luego, para Escoto que hay siempre diferencias de esencia entre dos cosas individuales diferentes pese a ser de la misma especie, sean materiales o inmateriales.
Para la aprehensión de los individuos, se requiere una cognición intuitiva, que nos da la existencia presente o la no existencia de un individuo, en contraposición a la cognición abstracta.
Así, el alma humana, en su estado separado del cuerpo, será capaz de conocer intuitivamente lo espiritual.
[1] Así pues, el entendimiento capta abstractivamente lo universal y directa e intuitivamente lo individual.
Aquino había reservado ciertas verdades de la revelación como no probables por la razón, y Escoto había ido más allá al colocar a la teología fuera del ámbito de las ciencias.
[14] El teólogo cristiano medieval Juan Duns Scoto creó unos argumentos metafísicos para la existencia de Dios en su obra Ordinatio.
En contraposición al así llamado intelectualismo agustiniano y tomista, con Juan Duns Scoto comenzó un planteamiento voluntarista, que al final llevó a la afirmación de que sólo conoceremos de Dios la "voluntas ordinata".
Sus estudiantes y discípulos editaron extensamente sus artículos, a menudo confundiéndolos con trabajos de otros escritores, en muchos casos conduciendo a una mala atribución y una transmisión confusa.
[1] Su reputación sufrió durante la reforma anglicana, probablemente debido a su asociación con los franciscanos.
Martín Heidegger escribió en La doctrina de las categorias y del significado en Duns Escoto (1915).