Claus, como todos los von Stauffenberg que viven hoy, era de la rama Stauffenberg-Amerdingen.
Claus tenía amistad con intelectuales judíos y al parecer tanto él como sus familiares estaban en contra de las políticas antisemitas nazis.
Para esa época, los aliados encabezados por Winston Churchill acordaron no negociar la paz con Hitler ni con ningún miembro de la cúpula nazi, dejando abierto de este modo el camino para una conspiración, la que empezó a materializarse en 1944.
La estrategia hitleriana permitiría a los soviéticos atacar con fuerzas superiores en donde más les conviniera.
Olbricht era miembro del comité de resistencia que estaba perfilando un plan para dar muerte a Hitler.
El Plan Valquiria había sido ideado inicialmente por el SS Reinhard Heydrich para mantener el control del Reich en manos de Adolf Hitler, en caso de que la seguridad y estabilidad del régimen se viera comprometida por un levantamiento o anarquismo; paradójicamente, Friedrich Olbricht quería utilizar este mismo plan para derrocar al régimen nacionalsocialista ya que su organización anulaba las SS.
Paralelamente, sobre todo entre miembros de la aristocracia prusiana, la mayoría luteranos practicantes, se habían constituido círculos secretos como el Círculo de Solf y el Círculo de Kreisau; en este último consideraban que Hitler estaba llevando a Alemania a la ruina moral y material, por lo que debía ser detenido, pero sin ser asesinado.
Posteriormente se instalaría un gobierno provisional que intentaría firmar la paz con los aliados y poner fin a la guerra.
En la actualidad von Stauffenberg es considerado como un héroe de la resistencia antinazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En resumen, casi todos coinciden en que el plan fue fruto de un intento para frenar la guerra.
Debido a su imprescindible presencia en Berlín para organizar el levantamiento del ejército posteriormente a la muerte de Hitler, von Stauffenberg tenía que sobrevivir al atentado y presentarse lo antes posible en el "Bendlerblock" (actual Stauffenbergstrasse) de Berlín.
A partir de entonces, von Stauffenberg tuvo siempre el maletín con la bomba consigo en las varias reuniones que mantuvo con Hitler.
En dicha ocasión tuvo la oportunidad, pero Tresckow insistió nuevamente en que además entre las víctimas estuviera la cúpula nazi completa, un grave inconveniente ya que tanto Himmler como Göring rara vez eran invitados a tales reuniones militares.
Tresckow, Olbricht y Quirnheim finalmente cedieron y se decidió que el próximo intento se realizara con o sin la presencia de los aludidos personajes, el requisito primordial era la sola presencia de Hitler.
Von Stauffenberg portaba un maletín, con un explosivo plástico especial inglés de un kilogramo que se activaba mediante un detonador químico absolutamente silencioso encendido por rompimiento.
Hitler adelantó la reunión treinta minutos, ya que sobre la una y media debía recibir al Duce Mussolini.
Con mucha dificultad debido a su única mano, además la izquierda y con solo tres dedos, rompió la cápsula de vidrio del detonador químico de su bomba con un alicate especial diseñado para sus tres dedos y activó el primer explosivo en su maletín.
Von Haeften llevó la segunda bomba no activada en su maletín a un búnker antiaéreo cercano.
Von Stauffenberg llega con algo de retraso, se excusa con un gesto y se sitúa tan cerca de Hitler como le es posible, supuestamente esperando su turno para exponer la situación en el Frente Oriental.
Después de pocos minutos von Stauffenberg coloca el maletín con la bomba debajo de la mesa muy cerca del lugar donde se encuentra Hitler, y se retira discretamente pretextando una llamada telefónica urgente desde Berlín.
Partieron apresuradamente hacia el aeródromo, y von Haeften se deshizo de la segunda bomba arrojándola por la ventana del coche.
Consiguieron con sangre fría pasar los puestos de guardia y se hicieron llevar con su avión a Berlín.
Von Stauffenberg, en pleno vuelo a Berlín, daba por hecha la muerte de Hitler sin sospechar lo realmente ocurrido.
Mientras tanto, Goebbels hizo que el mayor Remer, que iba a detenerlo en su despacho, escuchase la voz de Hitler por teléfono, quien le ordenó desmovilizar a los reservistas y telefónicamente le dio el grado de coronel.
Sobre las 23:00 horas, Fromm se liberó de su arresto e inmediatamente detuvo a los sorprendidos von Stauffenberg y los demás conspiradores, no sin antes dar una ineficaz resistencia.
Esta decisión la tomó Fromm para que los conspiradores no declararan en su contra y lo desvelaran, para así poder salvarse.
Las últimas palabras gritadas por von Stauffenberg segundos antes de morir como tercero fueron: «¡Larga vida a la sagrada Alemania!» («Es lebe das heilige Deutschland!»).
Los ahorcamientos fueron filmados y fotografiados para ser presentados a Hitler, pero este se negó a ver la grabación, que aún existe y está considerada como inaceptable para ser divulgada, por los horrores que en ella se exhiben.
Su antiguo superior en África, el mariscal de campo Rommel, que estaba al tanto del complot pero no participó, fue obligado a suicidarse.
En 1964 se emitió un sello postal en su memoria, y en 2007 otro, en unión de Helmuth James von Moltke.