El primer obstáculo a vencer, y el más grave, lo presentaba la isla Martín García, ocupada por tropas porteñas al mando del coronel Martín Arenas secundado por el sargento mayor José Jauregui y defendida por cuatro baterías de moderna artillería, nombradas Arena, Lavalle, Constitución y Buenos Aires con un total de 17 bocas de fuego.
Mientras el Salto con la Concepción a remolque y el Hércules enfrentaban las baterías, los restantes buques se dirigieron contra las naves enemigas.
Al no encontrarse interesados, en enero de 1863 se arrendó para cabotaje fuvial pero manteniendo comando y tripulación militar (capitán Pedro J.Carreras).
En esos momentos la marina argentina era prácticamente inexistente: los vapores utilizados en las guerras civiles se encontraban en reparaciones, en desarmame o arrendados.
El gobierno debió contratar numerosos buques de cabotaje mercante y utilizar dos pequeños vapores construidos en el Riachuelo para la navegación del río Negro, el Choele Choel y el Feliz Colón, que sería rebautizado Itapirú.