[5] Pero tanto falangistas como carlistas tenían sus propios proyectos y aspiraciones para el nuevo Estado que se estaba construyendo en la zona sublevada.Fal Conde tomó la segunda opción y se expatrió a Portugal, de donde no regresaría hasta el verano del año siguiente, una vez concluida la unificación.[11] Hedilla puso condiciones a la posibilidad de una unificación voluntaria, temiendo la futurible y posible unificación imperativa a instancias de Franco y el Cuartel General del Generalísimo.Su intención de favorecer la unificación, siempre que FE de las JONS mantuviese una posición preeminente en el partido único resultante, será visto como traición a los principios primitivos del movimiento por algunos líderes falangistas como Agustín Aznar y Sancho Dávila.[13] Así, desde el Cuartel General de Franco en Salamanca, Serrano Suñer propició un acercamiento entre la Comunión Tradicionalista y Falange Española de las JONS con vistas a su fusión, pero las diferencias ideológicas y políticas que les separaban eran casi insalvables —pues eran las que separaban el tradicionalismo del fascismo—, y además había otro obstáculo que era innegociable: que al frente del partido único se situara el propio general Franco.En todo caso, pensaban ofrecerle el mando del nuevo partido a Franco, «un mando más o menos simbólico, pensando que el verdadero control lo retendrían las dos organizaciones unificadas».En ese encuentro, los negociadores falangistas habían planteado que el regente de la Comunión, Javier de Borbón-Parma, delegase su mando en Falange; por su parte, Fal Conde planteó que éste fuese el jefe del movimiento unificado, que «no implicaría ninguna incorporación de un partido en el otro, sino una unión manteniendo la independencia cada uno».3.º Ninguna de las dos fuerzas realizará alianzas o inteligencias con otras agrupaciones políticas.El mismo día en que los falangistas contrarios a la fusión celebraron un Consejo Nacional en el que eligieron a Manuel Hedilla como jefe nacional «hasta que se reintegre a su puesto José Antonio Primo de Rivera o Raimundo Fernández-Cuesta», el domingo 18 de abril,[23] el propio general Franco anunció en un importante discurso su resolución de promulgar al día siguiente un Decreto de Unificación de Falange Española y la Comunión Tradicionalista, que pasaban a estar ahora bajo su jefatura directa como jefe nacional.[29] Renovación Española se autodisolvió por decisión de su líder Antonio Goicoechea y José María Gil-Robles dio instrucciones a Acción Popular, el principal partido de la CEDA, para que acatara el decreto, aunque su posición política no mejoró por ello y continuó exiliado e ignorado por el nuevo régimen.El decreto constaba de un largo preámbulo y tres artículos en los que se creaba «un partido único al estilo fascista, al que llamaba Movimiento, colocaba a Franco a su frente, y lo entendía como el soporte del Estado, intermedio entre la sociedad y un Estado al que se designaba como Nuevo Estado Totalitario».[33] «Para que no quedara duda sobre la ubicación del poder en lo que ya comenzaba a llamarse Nuevo Estado, el jefe nacional de Falange, Manuel Hedilla —con otros camaradas reacios a incorporarse a la Junta Política del nuevo partido— fue juzgado y condenado a muerte por su «manifiesta actuación de indisciplina y de subversión frente al Mando y el Poder únicos e indiscutibles de la España nacional».[37] Lo mismo sucedió con las principales delegaciones nacionales del nuevo partido que también fueron ocupadas por falangistas: la Sección Femenina por Pilar Primo de Rivera y el Auxilio Social por Mercedes Sanz Bachiller.[42] Neutralizados los principales disidentes falangistas y carlistas, apenas una minoría, el Decreto de Unificación llevó la tranquilidad política a la zona sublevada, eliminó las luchas intestinas entre las diversas facciones políticas, prácticamente inexistentes en comparación con la zona republicana, y permitió concentrar el esfuerzo en las operaciones militares.
Dibujo publicado en la revista infantil
Flechas y Pelayos
en mayo de 1937 aludiendo a la unificación.
Celebración del primer aniversario de la Unificación en Zaragoza, 19 de abril de 1938: enfermeras de Asistencia Social, integradas en FET de las JONS,
saludan brazo en alto
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